Damasco, 22 nov (SANA) El derretimiento del hielo, impulsado por el cambio climático, se ha convertido en un factor geopolítico que redefine la competencia global y las rutas comerciales, descubriendo recursos energéticos y minerales.
El Ártico alberga alrededor del 13% de las reservas de petróleo sin descubrir y el 30% del gas natural, junto con níquel, cobalto y platino. Las rutas polares podrían acortar hasta un 40% el trayecto entre Asia y Europa respecto a Suez y Panamá.
La carrera por el Ártico
Rusia, EE. UU., China y Europa buscan consolidar posiciones mediante capacidades militares y logísticas. Estados Unidos, tras su Estrategia Ártica 2024, posiciona la región como centro de competencia, aumentando preparación y rompehielos para evitar una nueva realidad en la región.
Rusia ha expandido bases y mejoras en defensa en el Ártico, mientras, en palabras de Lavrov, afirma defender sus intereses y vigilar la actividad de la OTAN.
China avanza con su Ruta de la Seda Polar y patrullas conjuntas con Rusia iniciadas en 2024, señal de un cambio en el poder marítimo norteño.
La OTAN responde
La OTAN y Europa fortalecen su postura; en 2024 se afirmó la defensa de intereses árticos y la libertad de navegación. En 2025, un informe del Parlamento Europeo pidió una estrategia más sólida ante la militarización.
Dimensiones clave
El calentamiento global amenaza a pueblos indígenas y a la seguridad alimentaria y cultural. Disputas sobre rutas y recursos añaden complejidad legal. Las temperaturas árticas crecen más rápido que el promedio mundial, afectando a comunidades como los inuit que pese a su protagonismo protector reciben muy poca financiación climática.
Conclusión
Las potencias invierten más en el Ártico que en la mitigación climática global, mientras crecen llamados a actualizar el derecho internacional para gestionar este nuevo equilibrio de poder.
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