Damasco, 12 nov (SANA) La guerra que ha desgarrado Siria durante más de una década ha dejado una huella imborrable en su sistema educativo. Las escuelas, otrora espacios de aprendizaje y esperanza, se transformaron en blancos de bombardeos y en refugios improvisados para desplazados, fragmentando la trayectoria educativa de millones de niños y jóvenes.
Años de guerra han colapsado la infraestructura escolar y han privado a toda una generación de educación. Estos jóvenes han crecido sin acceso al aprendizaje, enfrentando un futuro marcado por la incertidumbre, el analfabetismo y el desempleo. La interrupción prolongada del aprendizaje ha causado heridas profundas más allá del aula, que se reflejan en el tejido social y económico del país.
Jóvenes atrapados entre la pobreza y el desempleo
Con el cese casi total de la guerra después del derrocamiento del régimen de Bashar Al-Assad, la realidad que enfrentan estos jóvenes es brutal: muchos carecen de las cualificaciones básicas para integrarse al mercado laboral, y las instituciones estatales y militares establecen barreras educativas que refuerzan su marginación. Este círculo vicioso atrapa a miles en la pobreza y la desesperanza.
Un joven de 25 años oriundo de la provincia siria de Deir Ezzor relata: «Estaba en octavo grado cuando empezó la guerra. Pensé que volveríamos a la escuela en unos días, pero se convirtió en un refugio y luego en escombros. Intenté trabajar en empleos sencillos, pero el sueldo no alcanzaba para vivir. Cuando el ejército abrió el reclutamiento, me alegré, pero me rechazaron porque no tenía el certificado de educación básica.»
Deir Ezzor , como muchas otras regiones, sufrió graves daños en su sistema educativo. De las aproximadamente 707 escuelas existentes en 2011, 50 fueron completamente destruidas y 168 resultaron dañadas parcialmente, dejando a 407 en condiciones precarias que demandan reparaciones constantes.
Según el Director de Planificación y Cooperación Internacional del Ministerio de Educación, alrededor de 27 mil instalaciones educativas en todo el país necesitan mantenimiento o reconstrucción total.

El número de estudiantes antes de la guerra superaba los 200.000, pero miles han abandonado sus estudios ante la destrucción, escasez de profesores y falta de recursos.
La tragedia no es solo educativo sino humanitario. Millones de niños no pueden completar su educación por carencias económicas, y los adultos jóvenes luchan por encontrar empleo sin la documentación ni habilidades necesarias. En esencia, esta generación ha sacrificado su futuro en el altar de la guerra para luego ser castigada por su falta de educación.
Reconstruir con educación, un desafío para el futuro de Siria
Siria enfrenta hoy una crisis estructural que amenaza su cohesión social y política. Si no actuamos con rapidez para abordar este problema, corremos el riesgo de convertir a toda una generación en un caldo de cultivo para el extremismo y la delincuencia. Reintegrar a estos jóvenes a la sociedad no es una opción, sino un imperativo nacional para la supervivencia y la estabilidad de Siria.
Esfuerzos para recuperarse
El Ministerio de Educación de Siria anunció recientemente la restauración de 531 escuelas en distintas provincias del país, mientras que otras 676 continúan en proceso de rehabilitación.
Según datos publicados por el ente en una infografía oficial, los trabajos de restauración se distribuyen geográficamente entre 38 escuelas Damasco-campo, 40 en Tartus, 28 en Hama, 35 en Deir Ezzor, 34 en Alepo, 25 en Deraa, y otras cifras menores en provincias como Homs, Latakia, Quneitra, Sweida e Idlib. Esta última registró el mayor número de intervenciones, con 205 escuelas rehabilitadas.
Pese a los avances, el organismo señaló que al menos 676 centros educativos siguen bajo labores de restauración.
La infraestructura del sector educativo sirio sufrió daños severos a lo largo de más de una década de conflicto, lo que dejó miles de escuelas total o parcialmente destruidas.
Según el Director de Planificación y Cooperación Internacional del Ministerio de Educación, alrededor de 27 mil instalaciones educativas en todo el país necesitan mantenimiento o reconstrucción total.

En este contexto, el esfuerzo por rehabilitar el sistema educativo representa un paso esencial en el proceso de recuperación nacional, en medio de las difíciles condiciones económicas y humanitarias que atraviesa el país.
La educación no es solo un derecho sagrado, sino la clave para reconstruir un país fragmentado. Salvaguardar a esta generación perdida exige un compromiso conjunto entre el Estado, la sociedad civil y la comunidad internacional para que el sufrimiento de los niños sirios no se convierta en una tragedia irreversible.
Por Watfeh Salloum/fm