Maloula, 11 dic (SANA) Enclavada en las montañas del Qalamún, a unos 56 kilómetros al noreste de Damasco, la histórica localidad siria de Maloula es uno de los tesoros culturales y espirituales más singulares del país. Sus casas excavadas en la roca, sus calles estrechas y sus antiguos monasterios forman parte de un paisaje que resguarda una herencia milenaria: el arameo, la lengua que se hablaba en tiempos de Jesucristo y que aquí aún se mantiene viva en la vida cotidiana y en la liturgia.
Maloula es uno de los pocos lugares del mundo donde esta lengua ancestral sigue siendo hablada por sus habitantes, tanto cristianos como musulmanes. La localidad constituye un ejemplo notable de convivencia, donde las tradiciones religiosas han florecido de manera paralela y armoniosa durante siglos.
El Convento de Santa Tecla: corazón espiritual e histórico
El monasterio de Mar Takla (Santa Tecla) es uno de los emblemas más reconocidos de Maloula. Según la tradición cristiana oriental, Santa Tecla fue discípula de San Pablo y huyó a estas montañas escapando de la persecución.

En el lugar donde, según la tradición, vivió y murió la santa, se levantó el convento que hoy acoge a monjas ortodoxas sirias, guardianas de la memoria y custodias de sus reliquias. El monasterio es destino de peregrinación para cristianos de diversas confesiones, así como para musulmanes que veneran a Santa Tecla como una figura piadosa y protectora.
Más que un centro religioso, Mar Takla es un punto de encuentro cultural. Sus muros de piedra han presenciado la peregrinación de generaciones que, en busca de bendición o consuelo, suben cada año los peldaños que conducen a su santuario.

El arameo: una lengua que resiste al tiempo
En Maloula y en las aldeas vecinas de Jubbadin y Bakha, el arameo permanece vivo en canciones, relatos, rezos y conversaciones cotidianas. Durante años, los habitantes de la localidad han trabajado para preservar este patrimonio lingüístico, impartiendo cursos y grabando materiales educativos con el fin de transmitir la lengua a las nuevas generaciones.
Entre estas iniciativas destaca la labor del profesor Joseph Zarour, uno de los mayores defensores contemporáneos del arameo en Maloula, a quien SANA entrevistó en su casa que convirtió en un aula.
Zarour ha dedicado décadas a documentar expresiones locales, recopilar vocabulario tradicional y enseñar la lengua a niños y adultos, convencido de que su preservación es clave para mantener la identidad cultural de la región. Sus clases, que combinan historia, gramática y música popular, se han convertido en un punto de referencia para quienes desean acercarse a la lengua de sus antepasados.
Además de su labor pedagógica, Zarour ha participado en proyectos internacionales de revitalización lingüística y ha ofrecido conferencias sobre la importancia del arameo occidental como patrimonio inmaterial en peligro.

Sus esfuerzos han contribuido a crear una mayor conciencia dentro y fuera del país sobre la necesidad de proteger una lengua que, aunque minoritaria, representa un legado único de la civilización siria.
En las festividades locales, como la celebración de Santa Tecla en septiembre, es común escuchar himnos y oraciones en esta lengua ancestral, muchos de ellos recopilados y reintroducidos por estudiosos como Zarour.
Un modelo histórico de convivencia
La armoniosa convivencia entre cristianos y musulmanes es uno de los rasgos más distintivos de Maloula. Historias compartidas, vínculos familiares y celebraciones comunes han tejido una red social que ha perdurado más allá de la guerra o situaciones coyunturales.

Durante generaciones, los vecinos han participado juntos en festividades religiosas. Musulmanes visitan el santuario de Santa Tecla para pedir sanación o protección, mientras que cristianos participan de tradiciones locales celebradas por la comunidad musulmana. La vida diaria, marcada por el respeto y las relaciones familiares cruzadas, ofrece un ejemplo elocuente de coexistencia pacífica en una región conocida por su diversidad cultural y religiosa.
Resiliencia y renacimiento
En los últimos años, Maloula enfrentó momentos difíciles, pero la población ha demostrado un profundo apego a su tierra y a su patrimonio. Habitantes y autoridades locales han trabajado para restaurar iglesias, viviendas y sitios arqueológicos, devolviendo a la localidad su identidad y su dinamismo.
Hoy Maloula se reafirma como símbolo de resistencia cultural y de unidad. Su gente continúa defendiendo la herencia aramea, cuidando sus monasterios históricos y cultivando la convivencia que ha sido su sello distintivo por siglos.

Un mensaje desde las montañas de Siria
Maloula no es solo un enclave turístico o un vestigio del pasado: es un testimonio vivo de que las identidades múltiples pueden coexistir en armonía. Su lengua antigua, sus monasterios y su tejido social la convierten en un faro de esperanza para quienes creen en la preservación cultural y en la convivencia entre pueblos de distintas creencias.
En cada palabra en arameo, en cada vela encendida ante la imagen de Santa Tecla, y en cada gesto cotidiano de solidaridad entre vecinos, Maloula continúa pronunciando un mensaje universal: la diversidad es riqueza, y la convivencia, una tradición que merece ser preservada.
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