Damasco, 17 sep (SANA) La Sala Damascena (Chamía en árabe), ubicada en el Museo Nacional de Damasco, es uno de los más destacados ejemplos de la arquitectura tradicional siria que conserva fielmente la esencia del hogar damasceno.
Su historia se remonta a 1737, cuando formaba parte de la residencia de Jamil Mardam Bey. A consecuencia del incendio del barrio Al-Hariqa en 1945, fue trasladada al museo y abierta oficialmente al público en 1962, convirtiéndose desde entonces en un símbolo cultural y arquitectónico de la institución.
Arquitectura que respira tradición
La sala presenta una composición integral que refleja el entorno damasceno clásico: una fuente central, la “bahra fustuqiyya”, mármoles tallados, vidrios incrustados y madera finamente esculpida. Su diseño combina la autenticidad de la artesanía local con influencias otomanas y europeas, creando una atmósfera única.
Arte damasceno en su máxima expresión
Entre sus elementos decorativos destaca el arte del “ajami” o pintura damascena, caracterizado por grabados, dorados y colores vivos. Las ornamentaciones incluyen motivos vegetales inspirados en la naturaleza, figuras geométricas como estrellas y polígonos, caligrafía árabe con versos coránicos y poesía, además de elaborados mocárabes en yeso.
Belleza que transmite alma
La combinación de madera tallada, mármol incrustado, vitrales y techos decorados otorga a la sala una dimensión estética y humana especial. La presencia del agua y la luz natural refuerzan el equilibrio ambiental, una característica esencial de la arquitectura damascena.
Patrimonio restaurado con esmero
Gracias a la labor del artista Mohamed Ali Al-Khayyat, fue restaurada y renovada, y hoy se exhibe como un modelo vivo del hogar tradicional de Damasco, donde convergen historia, arte y cultura.





