Damasco, 12 dic (SANA) El monte Qassiun, una imponente cadena montañosa que se alza al noroeste de Damasco, y es uno de los símbolos más antiguos y arraigados de la capital siria. Con una altura que supera los 1.150 metros, esta montaña domina la ciudad desde tiempos inmemoriales y forma parte inseparable de su identidad histórica, cultural y espiritual.
Un paisaje cargado de historia
Qassiun ha sido mencionado en numerosas crónicas y relatos tradicionales. Según la memoria popular, en sus cuevas oraron profetas y santos, y allí también se refugiaron eremitas que buscaban la vida de retiro y contemplación. Entre los lugares más conocidos se encuentra la Cueva de la Sangre, asociada a leyendas que remontan su origen a episodios antiguos cargados de simbolismo religioso.
Mirador natural de la capital
Desde su cima, Damasco se despliega como un vasto mosaico urbano: la ciudad antigua con sus minaretes y tejados, los barrios modernos que se extienden hacia el oeste y el sur, y los oasis verdes que la rodean. Al atardecer, el monte Qassiun se convierte en un punto de encuentro para habitantes y visitantes, que acuden para disfrutar de una de las vistas panorámicas más célebres de Oriente Medio.
Un espacio espiritual y cultural
A lo largo de los siglos, Qassiun ha sido fuente de inspiración para poetas, viajeros y cronistas que vieron en él un guardián silencioso de la ciudad. Sus laderas albergan mezquitas, santuarios y pequeños rincones de recogimiento que reflejan la profunda conexión espiritual entre la montaña y los damascenos.
Naturaleza y vida cotidiana
Además de su valor histórico, Qassiun es un importante pulmón natural para la capital. Sus zonas boscosas, plantaciones y áreas de recreo atraen a familias que acuden a pasar el día, especialmente en verano y primavera. Aunque la urbanización ha avanzado en sus laderas, el monte sigue siendo un refugio para quienes buscan un respiro del bullicio urbano.
Símbolo perdurable de Damasco
Imponente, cercano y cargado de significado, el monte Qassiun continúa siendo un referente para generaciones de sirios. Su silueta, visible desde casi cualquier punto de la ciudad, recuerda la profunda relación entre Damasco y su geografía: una relación en la que naturaleza, historia y espiritualidad se entrelazan de manera única.



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