Jerusalén Ocupada, 2 nov (SANA) Un día como hoy en 1917, el entonces ministro de Asuntos Exteriores británico, Arthur James Balfour, envió una carta a Lord Lionel Walter Rothschild, destacado miembro del movimiento sionista, en cumplimiento de instrucciones del primer ministro David Lloyd George.
En la misiva, Gran Bretaña se comprometía a apoyar el establecimiento de un “hogar nacional para el pueblo judío” en Palestina.
La carta fue el resultado de tres años de negociaciones entre el gobierno británico, los judíos británicos y la Organización Sionista Mundial. Durante esas conversaciones, los sionistas persuadieron a Londres de que podían servir sus intereses estratégicos en la región, dando origen a lo que muchos califican como una de las páginas más oscuras de la historia moderna y una profunda injusticia contra el pueblo palestino, arraigado en esa tierra desde hace milenios.
El movimiento sionista aprovechó la Declaración Balfour, el Mandato británico para Palestina y la Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU de 1947, que proponía la partición del territorio, para fundar el Estado de Israel el 15 de mayo de 1948. Ese proceso implicó la expulsión de la mayoría del pueblo palestino, la ocupación de más tierras árabes y la continuidad de las masacres contra quienes permanecieron en su patria.
Aunque la Declaración Balfour carece de validez jurídica y contradice el principio de libre determinación reconocido por el derecho internacional, sus efectos se mantienen vigentes. Las consecuencias de aquella promesa se reflejan en la Nakba de 1948, en la ocupación de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este en 1967, y en las constantes violaciones cometidas contra el pueblo palestino, sometido hoy a un prolongado asedio, destrucción y hambruna en la Franja de Gaza.
Más de un siglo después, las potencias que promovieron el establecimiento de Israel, en particular Gran Bretaña, intentan rectificar su postura mediante el reconocimiento del Estado de Palestina y el derecho de su pueblo a la autodeterminación. No obstante, tales gestos no eximen a esos países de su responsabilidad histórica y moral por las consecuencias del colonialismo y las políticas expansionistas israelíes.
A 108 años de la Declaración Balfour, el pueblo palestino mantiene viva su lucha y su firmeza, reafirmando su derecho inalienable a establecer un Estado independiente y soberano en su territorio, con Jerusalén como su capital.
fm