Jerusalén ocupada , 2 nov (SANA) Pese a la entrada en vigor del alto el fuego en la Franja de Gaza , las continuas violaciones israelíes han frustrado las esperanzas de poner fin al sufrimiento de los palestinos, que se prolonga desde hace más de dos años.
La situación humanitaria en el enclave sigue deteriorándose rápidamente y entre las crisis más graves destaca la del agua, luego de que los bombardeos israelíes destruyeran gran parte de la infraestructura de redes de agua potable y saneamiento, dejando a la población enfrentando una escasez severa de agua limpia y condiciones sanitarias extremas.
Según datos de la Oficina de Información del Gobierno en Gaza, el ejército israelí atacó 112 puntos de abastecimiento de agua dulce y destruyó completamente 720 pozos.
La catástrofe hídrica derivó en una contaminación masiva del acuífero costero debido a la infiltración de aguas residuales y salinas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la alta densidad poblacional, sumada a la falta de agua potable, crea un entorno propicio para la propagación de enfermedades infecciosas como diarreas agudas, hepatitis viral y afecciones cutáneas.
En Gaza, conseguir agua se ha convertido en una lucha diaria y los palestinos dependen exclusivamente de camiones cisterna y plantas de desalinización rudimentarias que requieren combustible escaso, en un esfuerzo agotador por obtener lo mínimo necesario para beber y cocinar en medio de la destrucción.
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