Damasco, 11 dic (SANA) Fadwa Suleiman (1970-2017) fue una destacada actriz siria que se convirtió en uno de los símbolos pacíficos más importantes de la Revolución. Participó activamente en las manifestaciones de Homs, acompañando a la población y promoviendo la unidad nacional frente a los intentos de división del antiguo régimen.
Perseguida por los servicios de seguridad, se exilió en Francia, donde mantuvo su activismo mediante el arte y la palabra. Su figura permanece como referente moral y cultural para amplios sectores de la sociedad siria.
A ocho años de su fallecimiento, la memoria de Suleiman continúa iluminando el camino de quienes, desde distintas esferas, trabajan por consolidar una Siria más justa, libre y unida.
En el primer aniversario de la liberación de Siria, el pueblo recuerda a quienes acompañaron con su voz y su arte las aspiraciones populares por la dignidad y la justicia. Entre esas figuras destaca la actriz y artista Fadwa Suleiman, cuyo legado permanece como símbolo de resistencia pacífica y compromiso ético.
En conversación con SANA, el músico Mohammed Azzawi, esposo de Suleiman y padre de su hijo, Ward, rememoró los pasos de una trayectoria que, iniciada en el ámbito artístico, se entrelazó con la historia contemporánea del país.
Un encuentro marcado por el arte y los principios
Azzawi relató que conoció a Fadwa en 1992, en un ambiente creativo donde, desde el primer instante, percibió “su liderazgo natural y su apego a los principios”. Subrayó que en ella coexistían la sensibilidad artística y un profundo rechazo a la injusticia, sentimiento que la acompañó desde la infancia y que, con el tiempo, se transformó en determinación para impulsar el cambio social.
La voz que acompañó el clamor popular
Con el estallido de la Revolución en marzo de 2011, el compromiso de Suleiman con la libertad se convirtió en acción. “Ella y sus compañeros participaron activamente en un movimiento que fue ganando fuerza y expresó las demandas de amplios sectores del pueblo”, afirmó Azzawi. La artista eligió la palabra y la expresión pública como herramientas para apoyar a los oprimidos y transmitir esperanza en un futuro de paz y justicia.
El arte como puente a pesar de la distancia
La distancia geográfica, marcada por el exilio de Suleiman en Francia, no interrumpió el vínculo familiar. Azzawi recordó que los unía la música incluso a través de las pantallas. “Hay grabaciones preciosas de nuestras conversaciones por Skype. Ella en Francia, nosotros en Damasco. Tocábamos juntos y Ward cantaba melodías de Fairouz mientras yo los acompañaba con la guitarra”. Mencionó que, en una de esas ocasiones, cantó con voz quebrada: “Patria mía, siempre serás un niño pequeño”, expresión que condensaba nostalgia y esperanza.
Un viaje truncado por la noticia del adiós
El músico recordó también que fue detenido en tres ocasiones debido al activismo de Suleiman. En 2017 viajó con su hijo al Líbano para obtener un visado que les permitiera reencontrarse con ella. “Cuando entregaba los pasaportes para completar los trámites, recibí la noticia de su fallecimiento. Intenté contener las lágrimas para no preocupar a Ward. Al saber que viajábamos para verla, incluso la empleada de la embajada rompió a llorar”, relató. Tras esa noticia, explicó, el viaje perdió todo sentido.
Azzawi aseguró que la presencia de Suleiman continúa viva en su obra musical. Compuso para ella la pieza Alone, inspirada en una confesión en la que ella reconocía sentirse sola. “La completé en sus últimos días y fue interpretada por primera vez en Francia por la Orquesta Expatriada”. Expresó que su trabajo sigue guiado por los valores que ella defendió: justicia verdadera, convivencia y la aspiración a una Siria libre de violencia.
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