Damasco, 2 dic (SANA) Durante los años más duros del asedio a Ghouta Oriental, al este de Damasco, la capital siria, el nombre de Amani Ballour emergió como uno de los símbolos médicos y humanitarios más influyentes de la guerra.
Entre túneles, oscuridad y bombardeos incesantes, esta joven médica dirigió el hospital subterráneo conocido como “La Cueva”, convirtiéndose en un referente de valentía y resiliencia.
Su labor la llevó años después a presentar testimonio ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
De recién graduada a directora de un hospital bajo tierra
Ballour se graduó en Medicina en la Universidad de Damasco en 2012, en plena guerra en el país. Poco después, se incorporó como voluntaria para atender a los heridos de las zonas rurales de la capital. Su compromiso la conduciría al hospital de campaña “La Cueva”, donde pasó de ser voluntaria a ser elegida directora, pese a su juventud y a las resistencias sociales dentro de una comunidad tradicional.
Bajo su gestión, más de 100 profesionales trabajaron en condiciones extremas y con recursos limitados para atender a miles de civiles atrapados por el asedio. El hospital se convirtió así en uno de los principales refugios para familias que huían de los bombardeos y la escasez.

“¿Qué le digo a un niño que pregunta dónde está su mano?”
En múltiples entrevistas, Amani ha recordado el último mes en Ghouta como “el más duro” de su vida profesional. Las salas subterráneas se llenaban de niños con amputaciones, heridos por bombardeos o desnutridos tras años de encierro.
“¿Qué se supone que le digo a un niño de cinco años que me pregunta: ‘¿Dónde está mi mano?’”, relató con dolor.
Aunque soñaba con especializarse en pediatría, admitió que, tras vivir aquellos episodios, no pudo continuar trabajando con niños ya que el peso psicológico de la guerra terminó haciendo del ejercicio médico una tarea insoportable.
El ataque químico que marcó un antes y un después
Para Ballour, el episodio más devastador fue el ataque químico de 2013 en Ghouta Oriental. Esa noche, cambió para siempre su vida y su memoria.
“Cientos de personas llegaron sin heridas visibles. Solo se ahogaban y morían ante nosotros. No pudimos salvar a muchos por falta de medios. Todavía veo los rostros de los niños, no se borrarán jamás”.
Del asedio al exilio
En 2018, tras la caída de Guta y la finalización del asedio, Ballour fue evacuada con miles de habitantes hacia el norte de Siria. Poco después, se trasladó a Türkiye, donde solicitó asilo y reconstruyó su vida lejos de las bombas, pero sin dejar atrás su historia ni su compromiso con las víctimas de la guerra.
Su declaración en el Consejo de Seguridad de la ONU
En marzo 2021, Amani fue invitada por el Departamento de Estado de Estados Unidos a exponer su testimonio ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Allí relató el funcionamiento de “La Cueva”, el trabajo de su equipo de 120 profesionales y las secuelas de los ataques químicos en la población civil. Su intervención fue uno de los relatos más detallados y directos presentados ante el organismo internacional sobre la situación humanitaria en Siria.

Reconocimiento internacional a su valentía
En reconocimiento a su labor, Ballour recibió el Premio Raoul Wallenberg otorgado por el Consejo de Europa, una distinción reservada a figuras de excepcional coraje moral y compromiso humanitario. El Secretario General del Consejo la describió como,“Un ejemplo de compasión, virtud y valentía en las circunstancias más difíciles”.
Es la primera mujer fuera de la Unión Europea en recibir esta distinción.
Una campaña para desacreditar su testimonio
Tras su comparecencia en la ONU, los medios oficiales del régimen de Al-Assad lanzaron una campaña de desprestigio contra Ballour.
Entre estas acciones, produjeron el documental “Del Túnel a la Luz”, donde su padre y un colega médico aparecían refutando su versión de los hechos relacionados con los ataques químicos. Diversos informes internacionales señalaron que algunos testimonios fueron obtenidos bajo coacción, especialmente de participantes que habían sido detenidos en el pasado.
Una voz imprescindible en la memoria de la guerra
A pesar de los intentos por silenciarla, la historia de Amani Ballour sigue siendo una de las crónicas humanitarias más poderosas de la guerra siria. Su labor combina la vocación médica con un firme compromiso ético en medio de circunstancias extremas. Hoy, su testimonio permanece como un recordatorio del papel crucial que desempeñan las mujeres en la resistencia civil ante la guerra y los desastres.
Por Watfeh Salloum
