Idlib, 30 ago (SANA) En las tierras áridas de Idlib, el sol acaricia la piel de las mujeres que, con manos hábiles y corazones llenos de esperanza, recogen los pimientos rojos que pintan de fuego los campos.
La temporada de pimientos no es solo una cosecha, es una promesa de sustento.
Con cada pimiento que se seca, se guarda, se transforma, ellas no solo aseguran el alimento, sino que dan vida a la zona rural, tejendo con su esfuerzo una red de resistencia y fortaleza.
En cada rincón, entre el polvo y la fragancia del pimiento, se renuevan sueños y tradiciones, mientras el campo sigue latiendo al ritmo de sus manos laboriosas.
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