Damasco, 13 dic (SANA) Durante décadas, las cárceles y centros de detención sirios bajo el depuesto régimen se convirtieron en espacios cerrados donde el miedo y la opresión se entrelazaban. La vida de los detenidos estaba sometida al control absoluto de agencias de seguridad especializadas en la tortura y la persecución, que arrestaban a ciudadanos sin cargos claros ni garantías de debido proceso.
Aquellas celdas pasaron a simbolizar una época oscura, marcada por la ausencia total de justicia y la anulación sistemática de la dignidad humana tras puertas blindadas.
En las profundidades de esas prisiones, los gritos y las violaciones a los derechos humanos no cesaban. Se trató de una política sistemática aplicada en decenas de centros de inteligencia y departamento de investigación, como el “Departamento de Palestina” y la “Inteligencia de la Fuerza Aérea” en Damasco, así como en más de cien cárceles y centros de detención. Entre ellos destacaron la prisión del desierto de Tadmor (Palmira) en la década de 1980, conocida como la “Prisión Roja”, la Prisión Militar de Seydnaya, en las afueras de Damasco, y la llamada Prisión del Globo, en Homs.
Asociación de Sobrevivientes de la Prisión de Tadmor
Tras la victoria de la Revolución siria y el derrocamiento del depuesto régimen, surgió una necesidad urgente: documentar las atrocidades cometidas en esos centros de detención como primer paso hacia la justicia transicional y la reparación.
En este contexto, diversas organizaciones de derechos humanos —entre ellas la Asociación de Sobrevivientes de la Prisión de Tadmor, la Red Siria de Derechos Humanos y la Asociación de Detenidos y Desaparecidos de la Prisión de Seydnaya, comenzaron a recopilar pruebas y testimonios.
El director de la Asociación de Sobrevivientes de la Prisión de Tadmor, Muhammad Bahaa al-Din, explicó en declaraciones a SANA que la asociación fue fundada en 2012 en el campamento de Al-Rihaniyah, en el norte de Siria, bajo el nombre de “Asociación de Prisioneros Liberados de Tadmor”.
Tras el derrocamiento del régimen, evolucionó hasta convertirse en una organización civil independiente. Sus principales objetivos son alcanzar la paz mediante la justicia transicional, defender los derechos legales de las víctimas y brindar ayuda humanitaria, con especial énfasis en el apoyo psicológico y material.
Bahaa al-Din señaló que, desde sus inicios, la asociación se propuso visibilizar la tragedia de los detenidos de Tadmor, de los cuales solo unos 5.000 de un total estimado de 50.000 lograron sobrevivir y ser liberados, además de documentar las detenciones y brindar apoyo psicológico a los supervivientes que vivían en el exilio o en campamentos, en medio de la represión que continuó durante los años de la revolución.
Tras la liberación, las actividades de la asociación se ampliaron para incluir programas de ayuda a gran escala, como la restauración de escuelas, el apoyo educativo y psicológico a la infancia, la atención a las víctimas de las detenciones de la década de 1980 y la puesta en marcha de proyectos conjuntos con organizaciones internacionales orientados a la reconciliación nacional y a la investigación de los crímenes cometidos en las cárceles del antiguo régimen.
Asociación de Detenidos y Desaparecidos de la Prisión de Seydnaya
Seydnaya, considerada por organizaciones internacionales de derechos humanos como uno de los peores centros de detención del mundo, también dio origen a una iniciativa de supervivientes. En 2017, en Gaziantep (Turkiye), se fundó la Asociación de Detenidos y Desaparecidos de la Prisión de Seydnaya, integrada inicialmente por 30 supervivientes.
La organización comenzó su labor en el norte de Siria, centrándose en los casos de personas detenidas y desaparecidas, documentando y publicando informes de derechos humanos, y ofreciendo apoyo psicológico, rehabilitación y asistencia social.

Qais Murad, miembro de la junta directiva de la asociación, indicó que, tras la liberación, la entidad trabaja actualmente en coordinación con el Ministerio de Asuntos Sociales y Trabajo y con la Comisión Nacional para los Desaparecidos, con el objetivo de avanzar hacia una justicia transicional que haga justicia a las víctimas y a sus familias.
La opresión y la tortura infligidas a los detenidos durante la era del régimen derrocado, bajo los dos Assad, constituyen hoy una fuente esencial de documentación para las organizaciones e instituciones que trabajan en el ámbito de los detenidos y desaparecidos. Lo ocurrido en esas celdas forma ya parte del archivo colectivo sirio, alimentado principalmente por los testimonios de los supervivientes de las prisiones de Saydnaya y Tadmor.
Testimonios de supervivientes
El periodista Baraa Othman
En declaraciones a SANA, varios exdetenidos relataron el sufrimiento y los días de horror que vivieron en las cárceles del régimen derrocado. Entre ellos se encuentra el periodista sirio Baraa Othman, quien se unió a la revolución desde sus inicios. Fue arrestado el 10 de septiembre de 2011 en el Hospital Al-Raja, en el barrio de Nueva Alepo, mientras participaba en la manifestación del viernes titulada “Muerte y No a la Humillación”.
En ese momento, documentaba con su cámara un crimen cometido por fuerzas del régimen contra cinco civiles, entre ellos su primo, abatido por un francotirador en su propia casa.
Othman pasó dos meses detenido en el Departamento de Investigación de Harasta, un periodo que describió como interminable: “Cada segundo parecía un año; no me trataron como a un ser humano”.
Fue recibido con palizas, insultos y torturas físicas y psicológicas, y luego encerrado en un baño oscuro junto a otras 120 personas en una habitación de apenas cinco metros cuadrados. Su alimentación era mínima: aceitunas amargas por la mañana y dos escasos tazones al mediodía, de los que apenas probaba unas cucharadas.
Vendado y esposado, era llevado a interrogatorios en los que era golpeado brutalmente y obligado a confesar hechos que desconocía.
Finalmente, fue liberado tras el pago de un rescate y decidió continuar su labor revolucionaria documentando los acontecimientos desde la oficina de prensa de la revolución en Arbin.
Un prisionero de la década de 1980
Dr. Baraa al-Sarraj
El Dr. Baraa al-Sarraj fue arrestado el 5 de marzo de 1984, cuando tenía apenas 21 años y cursaba el segundo año de ingeniería eléctrica. Caminaba hacia su universidad, pensando en sus estudios y aspiraciones, cuando se topó con una larga fila de estudiantes sometidos a registros por parte de personal de la seguridad militar del extinto régimen. En ese momento se preguntó quién sería el desafortunado arrestado aquel día, sin imaginar que él mismo sería detenido y acusado de pertenecer a la Hermandad Musulmana únicamente por rezar en una mezquita.
Hoy, las cárceles del antiguo régimen han dejado de ser centros activos de terror para convertirse en un recuerdo imborrable y en un testimonio histórico. Documentarlas, preservar la memoria de sus víctimas y avanzar hacia la justicia siguen siendo pilares fundamentales para la reconciliación y la construcción de un futuro basado en la dignidad y los derechos humanos.
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