Damasco, 22 ago (SANA) Este 21 de agosto se conmemoran doce años de la masacre química cometida por el depuesto régimen sirio contra civiles en la Ghouta Oriental al este de Damasco en 2013, uno de los episodios más brutales de la guerra. En un ataque sorpresa, las fuerzas del régimen utilizaron gas sarín, prohibido internacionalmente, causando la muerte de más de 1,400 personas, entre ellas 200 niños y mujeres, y dejando a miles con síntomas graves de asfixia y envenenamiento.
Este ataque no fue un hecho aislado, sino un punto de inflexión que mostró la crueldad del régimen, que no dudó en atacar a civiles dormidos con misiles cargados de gas sarín en varias localidades: Zemelka, Ain Terma, Hamouria, Saqba, Douma, al-Malihah, Kafr Batna, Jisrin y al-Moadamiyah.
El gas se propagó rápidamente por barrios y hogares, dejando escenas desgarradoras de familias enteras muertas en sus camas, mientras los hospitales de campaña, carentes de medicamentos y equipamiento, no daban abasto para atender a los cientos de afectados.
Horribles síntomas y ataques a hospitales
Los informes médicos describieron síntomas graves como dificultades respiratorias agudas, dilatación de pupilas, espasmos musculares y espuma en la boca de las víctimas.
En un acto de flagrante violación a la humanidad, el régimen atacó también los hospitales que intentaban salvar a los afectados. Para encubrir su crimen, el régimen presentó mapas falsos de los lugares atacados y retuvo a familiares de las víctimas para obligarlos a declarar falsamente ante comisiones de la ONU.

Tres días después del ataque, inspectores de la ONU llegaron a Damasco y recogieron muestras que confirmaron el uso de gas sarín, lo que llevó al Consejo de Seguridad a aprobar la Resolución 2118 en septiembre de 2013, que ordenaba el desmantelamiento del arsenal químico bajo supervisión de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. Sin embargo, ataques posteriores en Khan Sheikhoun y Douma generaron temores sobre la permanencia de armas químicas en poder del régimen.
En un informe divulgado el 16 de septiembre de 2013, la misión de la ONU concluyó que “se han utilizado armas químicas en el conflicto sirio, incluyendo contra civiles y niños a gran escala”, con resultados concluyentes e incuestionables.
Testimonios de supervivientes: la tragedia vivida
Las testimoniales de sobrevivientes y personal médico revelan la magnitud del horror. Hanaa Hasanin, enfermera en un hospital de campaña en al-Moadamiyah, relató a SANA: “Los cuerpos estaban hinchados, con espuma saliendo de la boca y ojos muy abiertos. No teníamos experiencia ni herramientas para tratar estos casos, por lo que usamos agua, vinagre y cebolla, en medio de la escasez de medicinas y oxígeno”.
Hasanin añadió que el régimen mantenía un estricto cerco sobre la ciudad, impidiendo la entrada de medicinas y oxígeno, y que además de lanzar gas sarín, intentó invadir la ciudad desde varios frentes y bombardeó barrios, aumentando la cantidad de muertos y heridos. Incluso el personal médico presentó síntomas y perdió la capacidad de salvar vidas.

Tariq Suleiman, miembro de la Asociación de Víctimas de Armas Químicas fundada en 2020, recordó la noche del ataque: “No se parecía a las noches de bombardeos previos; el sonido de los misiles era distinto y el extraño olor nos confirmó que era un ataque químico. Salimos con mi esposa y nuestras hijas pequeñas hacia zonas altas, luego ayudamos a evacuar a los heridos a un hospital donde muchos apenas podían respirar”.
Su esposa Hala Shaaban agregó que sufrió intensos dolores y dificultades para respirar al día siguiente, pero logró sobrevivir gracias al tratamiento médico. Posteriormente se unió a la Defensa Civil Siria para asistir a víctimas de los crímenes del régimen, afirmando: “Quien sobrevive a las atrocidades del régimen escribe una segunda vida y se fortalece para continuar la revolución hasta la victoria”.
El dolor silente de los niños y recuerdos imborrables
El doctor Iyad Astif, quien estaba en el punto médico “Queen Home” en Ain Terma, recordó: “A las 2 de la madrugada escuché gritos y golpes desesperados. Una niña de 3 años con espuma en la boca y dificultad para respirar pedía ayuda. Salí y vi a cientos de víctimas, niños, mujeres y ancianos, luchando silenciosamente por sus vidas. La presencia del gas era inconfundible”.
Para contrarrestar el efecto del gas, ordenó que se activaran camiones cisterna para pulverizar agua en el aire, simulando lluvia, y comenzaron a lavar a los afectados, retirándoles la ropa impregnada con gas tóxico. Esta labor continuó hasta las 5 de la mañana, aunque muchos ya habían fallecido antes de llegar al lugar.

Con voz quebrada, Astif narró: “Mientras caminaba entre cadáveres, un hombre me pidió ayuda para dos gemelos de 6 meses. Sentí su pulso, nada. Sus rostros pálidos eran de niños mártires. Alcancé un punto en que no pude seguir y caí al suelo. Fue un espectáculo terrible e inolvidable”.
La memoria imborrable y el reclamo de justicia
Noradin Mukhayyer, del equipo mediático conocido como “Dani Qabbani”, rememoró sus esfuerzos por salvar y transportar a las víctimas en calles saturadas de cadáveres: “Al llegar al hospital vi cuerpos tirados, gente rociando agua a los heridos, médicos desesperados intentando resucitar a algunos. Muchos no respondían a estímulos. La mayoría padecía desnutrición causada por el bloqueo impuesto por el régimen”.
El fotógrafo Amer al-Muhibani “Al-Shami” describió la masacre como un shock sin precedentes: “Los habitantes enterraron a los mártires en fosas comunes por la cantidad de muertos. Esta duodécima conmemoración debe reafirmar la necesidad de justicia y castigo para los criminales para evitar la impunidad y sentar las bases del estado de derecho en la Siria del futuro”.

Al-Muhibani destacó que los hospitales vivían una crisis constante de falta de medicinas y equipamiento, y que la magnitud del ataque fue documentada paso a paso. Se excavaron fosas de metro y medio de profundidad y hasta 30 o 40 metros de largo para enterrar a las víctimas cerca del barrio de Al-Mazraa.
Concluyó que esta conmemoración, tras la victoria de la revolución, subraya la importancia de la justicia y el castigo para quienes violan derechos humanos, como requisito fundamental para construir un futuro en Siria sin impunidad ni repetición de crímenes.
Recordatorio final
La masacre de Ghouta ocurrió el 21 de agosto de 2013 y se cobró la vida de cientos de civiles inocentes, en su mayoría mujeres y niños, como consecuencia del uso por parte del régimen sirio de armas químicas prohibidas internacionalmente.