Damasco, 21 ago (SANA) La noche del 21 de agosto de 2013 no fue simplemente un ataque, fue una masacre que quedó grabada en la memoria colectiva como uno de los capítulos más oscuros de la guerra en Siria. El antiguo régimen lanzó un ataque químico contra Ghouta que no solo asesinó a civiles, sino que documentó, a través de la sangre de sus víctimas, la magnitud de sus crímenes y su responsabilidad directa, según revelan informes de la ONU y organismos internacionales.
En aquella fatídica noche, el cielo de Ghouta se tiñó de miedo y veneno. Los cohetes y proyectiles no llevaban explosivos comunes, sino gas sarín, el arma química más letal conocida. La pesadilla cayó sobre barrios civiles densamente poblados como Ain Tarma, Zamalka, Jobar y Moadamiyeh al-Sham, en Ghouta Oriental y Occidental, donde miles de inocentes quedaron atrapados.
Una muerte silenciosa
Más de diez cohetes cargados con gas sarín fueron lanzados por las fuerzas del antiguo régimen, justo en el calor sofocante del verano. El gas tóxico descendió lentamente, atrapando a los habitantes en sus casas y sótanos —los mismos refugios que se convirtieron en cárceles mortales. La asfixia silenciosa fue letal: personas que buscaban protección terminaron víctimas de un enemigo invisible, muriendo en cuestión de minutos.
El genocidio en cifras
Las cifras hablan por sí solas, ya que entre 1,300 y 1,729 víctimas perdieron la vida, incluyendo al menos 426 niños inocentes, según la investigación del periódico francés Le Figaro y reportes de Human, organización dedicada a la defensa de la infancia en todo el mundo.
Ghouta se asfixia y hospitales sin esperanza
Los centros médicos de Ghouta Oriental quedaron saturados en pocas horas: cerca de 3,600 personas llegaron con síntomas horribles —asfixia, parálisis, pérdida de conciencia— pero la escasez de medicamentos, equipos y suministros debido al asedio del régimen hizo que muchos no recibieran la atención necesaria. En ese lapso, 355 pacientes murieron, víctimas del veneno y la indiferencia.
La evidencia que no deja lugar a dudas
Investigaciones internacionales no solo confirmaron el uso del gas sarín, sino que apuntaron directamente al antiguo régimen como responsable. El informe de la Casa Blanca reveló grabaciones de audio interceptadas que prueban la coordinación directa del ataque entre altos mandos militares y unidades químicas.
El sueco Ake Sellström, jefe de la misión de la ONU para investigar armas químicas en Siria, ratificó en su informe de septiembre de 2013 que el gas sarín fue empleado a gran escala y que el tipo de cohetes y su alcance indicaban su lanzamiento desde zonas controladas por el régimen.
Doce años después, el recuerdo y la lucha continúan
En el duodécimo aniversario de esta masacre química, y tras la histórica victoria de la revolución siria, Guta recuerda aquel “Día Amarillo”, símbolo del peligro invisible y mortal de las sustancias tóxicas. Un día en que niños, mujeres y hombres inocentes fueron asfixiados sin aviso, víctimas del odio y la crueldad.
Hoy, al rememorar esta tragedia, reafirmamos que la justicia no es solo una opción, sino una obligación moral. La rendición de cuentas es la única forma de proteger a la humanidad, honrar la sangre de los mártires y asegurar que crímenes como estos jamás vuelvan a repetirse en ningún rincón del mundo.