Idlib, 24 sep (SANA) En las colinas del noroeste sirio, entre los pliegues del macizo de Zawiya, se encuentra Al‑Bara, una de las llamadas “Ciudades Muertas” de Siria. Hoy en ruinas, esta antigua ciudad es testimonio de una época de esplendor agrícola, religioso y arquitectónico durante el Imperio Bizantino y los primeros siglos del Islam.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2011 como parte del conjunto de las Aldeas Antiguas del Norte de Siria, Al‑Bara ofrece un valioso retrato de la vida cotidiana y la evolución cultural de la región entre los siglos IV y XII.
Orígenes y desarrollo
Fundada en el siglo IV d.C., Al‑Bara comenzó como una comunidad agrícola en un área fértil ideal para el cultivo del olivo, la vid y el trigo. Su ubicación estratégica entre Antioquía, Apamea y Alepo le permitió convertirse en un importante nodo comercial y agrícola dentro del Imperio Bizantino.
Durante los siglos V y VI, la ciudad alcanzó su mayor auge. Su población, que pudo haber alcanzado los 5.000 habitantes, desarrolló una notable infraestructura urbana: iglesias, monasterios, villas, cisternas, prensas de aceite y vino, y tumbas monumentales. Esta expansión arquitectónica demuestra tanto el crecimiento económico como la vitalidad religiosa del lugar.
Patrimonio arquitectónico
Entre los restos que sobreviven destacan:
- Iglesias bizantinas, algunas con tres naves y ábsides prominentes, reflejo de la evolución del cristianismo sirio en ese período.
- Monasterios como el Deir Sobat, que evidencian la importancia de la vida monástica.
- Tumbas piramidales, únicas en Siria, utilizadas por familias aristocráticas.
- Casas y villas con estructuras de dos plantas, complejas y adaptadas al terreno montañoso.
- Infraestructura agrícola avanzada, como prensas y sistemas de irrigación, que apuntan a una economía rural altamente organizada.
De Bizancio al Islam
Tras la conquista musulmana en el siglo VII, Al‑Bara no fue abandonada. La ciudad mantuvo su actividad agrícola y una relativa autonomía. Las evidencias arqueológicas indican que la transición fue pacífica y que la convivencia entre cristianos y musulmanes fue sostenida durante varios siglos.
Durante las Cruzadas, Al‑Bara se convirtió en un punto estratégico. Fue tomada por los cruzados en 1098 y convertida brevemente en sede militar. Más tarde, pasaría a manos de diversas fuerzas musulmanas, incluyendo el emir artúquida Balak y el legendario Nur ad‑Din.
Declive y abandono
A partir del siglo XII, Al‑Bara sufrió una serie de terremotos devastadores, especialmente el de 1157, que causaron daños irreparables a sus estructuras. A ello se sumaron las constantes disputas militares, la pérdida de rutas comerciales y el cambio en los centros de poder regionales. Hacia finales del siglo XII, la ciudad fue abandonada definitivamente.
Desde entonces, el lugar quedó en ruinas, cubierto por la vegetación y poco explorado hasta la llegada de arqueólogos europeos en el siglo XIX.
Conclusión
Al‑Bara es mucho más que una ciudad muerta. Es un espejo del pasado sirio, un símbolo de resiliencia cultural y una advertencia sobre la fragilidad del patrimonio humano en tiempos de guerra. Su historia nos habla de intercambio, de fe, de trabajo agrícola y también de los peligros de olvidar el valor del pasado. Preservarla no es solo tarea de Siria, sino del mundo entero.
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