Damasco- Campo, 15 nov (SANA) Después de más de una década marcada por la destrucción, el éxodo laboral y el colapso de la producción, la industria del mueble en las zonas rurales de Damasco empieza a recuperar vitalidad. Lo que durante años fueron talleres abandonados, maquinaria inutilizada y mercados paralizados, hoy vuelve a mostrar señales de actividad gracias a la resiliencia de los artesanos y al esfuerzo por reconstruir un sector históricamente ligado a la economía local.
Antes del estallido de la revolución, la campiña de Damasco era uno de los centros manufactureros más importantes de Siria. La guerra interrumpió casi por completo la producción: fábricas destruidas, cadenas de suministro colapsadas y miles de trabajadores desplazados. Sin embargo, desde hace dos años pequeños talleres y fábricas familiares han retomado su actividad, impulsados por la demanda local y la necesidad de recuperar oficios que forman parte de la identidad de la región.
Resurgimiento desde los talleres
En ciudades como Saqba y Arbin y Daraya, los carpinteros han vuelto a encender sus máquinas. Muchos de ellos reconstruyeron sus talleres con recursos propios y materiales reciclados, mientras otros han optado por introducir técnicas más modernas para compensar la falta de mano de obra cualificada.
Los artesanos destacan que la recuperación ha sido gradual pero constante. Los pedidos de muebles para el hogar —especialmente dormitorios, armarios y cocinas— han aumentado, lo que ha permitido reactivar la actividad comercial local y ofrecer nuevas oportunidades laborales para jóvenes que buscan aprender el oficio.

Retos persistentes en un sector en transformación
Pese al impulso reciente, el sector todavía enfrenta importantes desafíos. El alto costo de la madera importada, la inestabilidad del suministro eléctrico y la escasez de mano de obra especializada continúan limitando la capacidad de producción. A ello se suma la competencia de muebles importados, que se venden a precios más bajos y saturan periódicamente el mercado.
Aun así, muchos fabricantes han apostado por diferenciarse mediante la calidad y el diseño. El uso de maquinaria CNC, nuevas técnicas de ensamblaje y una mayor atención a los acabados han permitido a varios talleres competir incluso frente a productos extranjeros.
Creatividad y colaboración local, claves del nuevo impulso
La introducción de herramientas modernas no ha desplazado las tradiciones artesanales, sino que las ha complementado. En numerosos talleres, el grabado manual convive con máquinas de corte digital, permitiendo reducir tiempos sin perder la identidad estética que caracteriza a los muebles damascenos.
Asimismo, los artesanos han establecido redes de colaboración para compartir materia prima, intercambiar conocimientos y coordinar pedidos grandes. Estas iniciativas han contribuido a reducir costos y mejorar la estabilidad del sector.

Un futuro aún incierto, pero con señales de esperanza
Si bien el camino hacia una recuperación plena es largo, el resurgimiento de la industria del mueble en la campiña de Damasco refleja un proceso más amplio de reconstrucción económica y social. La reactivación de este sector tradicional no solo genera empleo, sino que también simboliza la capacidad de las comunidades locales para levantarse tras años de devastación.
Los artesanos coinciden en que la continuidad de este crecimiento dependerá de un entorno económico más estable, mejores servicios públicos y un acceso más asequible a las materias primas. Por ahora, el renacer de los talleres representa un paso significativo hacia la recuperación de una de las industrias más emblemáticas de la región.
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