Damasco, 12 nov (SANA) En el corazón de la antigua Damasco, los mercados de Al-Nahhasin y Al-Manakhiliya se alzan como testigos vivos de una historia artesanal que supera los 200 años. Ubicados entre el barrio Al-Amara y la ciudadela de Damasco, estos mercados conservan el alma de una ciudad donde la artesanía era sinónimo de honor y arte.
Oficio que narra historia
Los artesanos del cobre y la madera siguen moldeando a mano piezas que cuentan historias de paciencia, precisión y orgullo. Emad Addin al-Hayjani, de 54 años, lleva cuatro décadas trabajando con el martillo y el yunque. “El mercado era exclusivo para los caldereros, pero con el tiempo se mezclaron otras profesiones. Aun así, el cobre sigue siendo el alma del lugar”, afirma.
Sus creaciones incluyen desde incensarios hasta utensilios para el café muy demandadas por restaurantes y clientes del Golfo, atraídos por la calidad y el valor cultural de estos productos.
Memoria viva en peligro
Mohamed Sharif al-Mar’i, conocido como Abu Aref, lamenta la disminución del número de artesanos. “Antes el mercado rebosaba de vida, hoy resistimos en silencio”, dice. Pide apoyo estatal y reducción de impuestos sobre materias primas importadas para preservar este oficio que considera parte esencial de la identidad damascena.
El alma de Al-Manakhiliya
Muwafaq al-Ayyoubi, con 60 años en el mercado de Al-Manakhiliya, recuerda cuando se fabricaban tamices y cribas esenciales para la vida agrícola. Aunque hoy se venden herramientas industriales, el mercado conserva su esencia y las familias siguen transmitiendo el oficio de generación a otra.
Más que un oficio, una pasión
Muwafaq Amon, uno de los artesanos más veteranos, lo resume así: “Esta profesión no es solo una técnica, es un amor arraigado en el corazón”. Sus piezas, que van desde utensilios domésticos hasta artículos de baño tradicionales, atraen a visitantes de fuera de Damasco en busca de autenticidad.
Un refugio para la tradición
El mercado de Al-Nahhasin se considera como el destino de la gente que busca la autenticidad damascena. Es un espacio que protege el oficio, conecta el pasado con el presente y mantiene viva la memoria de Damasco.


