Damasco, 26 sep (SANA) Al caer la tarde sobre Damasco, el cielo se tiñe de tonos cálidos que abrazan los minaretes, los tejados antiguos y las colinas lejanas. En lo alto, ondeando con firmeza la bandera siria como un símbolo de perseverancia y esperanza. Ese instante, cuando el sol se despide, no solo revela la belleza eterna de Damasco, sino también la promesa silenciosa de un futuro más sereno, donde la vida florezca nuevamente entre sus muros llenos de historia.