Damasco, 26 sep (SANA) Cuando las primeras lluvias caen sobre sus tejados y jardines, Damasco resplandece con un brillo renovado. El aroma de tierra mojada se mezcla con el de jazmines, símbolo eterno de la ciudad. En esos momentos, la capital siria no es solo un lugar geográfico, sino un corazón que late con memoria, belleza y una voluntad inquebrantable de seguir floreciendo.