«No tengo una gran tienda, pero tengo más esencias que una gran fábrica en Francia, y tengo esta ‘nariz’, este olfato, que entreno desde que tengo quince años»
Damasco, 03 ene (SANA) En una tienda del viejo Damasco, Mohamad al-Masri mezcla esencias en decenas de frascos, recreando para su clientela, afectada por la guerra y la crisis económica, los perfumes de lujo, fueron del alcance de cualquier bolsillo.
Según reporte de la agencia AFP, a este especialista de 50 años le basta oler una sola vez un perfume importado para reproducirlo y venderlo a precio mucho más accesible.
«No tengo una gran tienda, pero tengo más esencias que una gran fábrica en Francia, y tengo esta ‘nariz’, este olfato, que entreno desde que tengo quince años» afirma el hombre, bajo y bigotudo, apodado Abu Nur.
Su profesión, que ha heredado de tíos maternos, se transmite en la familia desde hace un siglo, y ahora él lo enseña a su propio hijo.
Su minúscula tienda, siempre llena aunque no pueda acoger a más de tres personas a la vez, está situada en el mercado de especias, del que se escapan efluvios de canela y de incienso.
Clientes jóvenes y viejos acuden a la tienda, entre ellos Cham al-Falah, de 24 años, que ha venido a pedirle que le componga un perfume similar a una fragancia estadounidense a la que era fiel.
«El perfume para las jóvenes mujeres es algo esencial, es como beber o comer» afirma esta joven licenciada en gestión, muy elegante bajo su velo color crema.
«Antes compraba perfumes extranjeros, pero ahora no me lo puedo permitir, y además los productos extranjeros importados son cada vez más inaccesibles en Siria» explica.
Algunos clientes fieles vienen de lejos, como Ahmad Dorra, que ha recorrido 50 kilómetros desde la localidad montañosa de Zabadani para comprar cinco frascos de perfume para su familia.
«No sé nada de perfumes. Pero tengo total confianza en la ‘nariz’ de Abu Nur», dice este campesino, con la cabeza cubierta con una kufiyya roja, el pañuelo palestino.
Tomado de la agencia AFP