Pablo, completamente ciego, permaneció tres días sin comer ni beber. Durante este tiempo, Dios se aparece a un discípulo llamado Ananías y le pide que vaya a la calle llamada Recta, y busca en casa de Judas a un tal Saulo de Tarso. Él está orando, y ha visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para devolverle la vista.
Damasco, 28 dic (SANA) “Fulgurado en el camino de Damasco”, esta expresión occidental suele usarse en referencia a las personas que se ha visto abrumada por un acontecimiento tan importante y sobrecogedor que ha cambiado su vida de un modo profundo y significativo.
Muchas visiones y milagros ocurrieron en la tierra de Damasco, pero el más importante fue el relato de Saulo.
Nacido en la ciudad de Tarso (hoy en Turquía) en los últimos años del reinado de Augusto, Saulo era un judío más de los que habitaban la zona del Levante mediterráneo.
Se dirigía a Damasco con un encargo formal por parte del Sanedrín de Jerusalén que lo autorizaba a perseguir a los cristianos de esa ciudad.
Dice la leyenda que al llegar a una zona en la Vieja Damasco, Saulo fue alcanzado por una gran luz deslumbrante que lo dejó ciego, y oyó una voz estentórea que le preguntaba: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Y él respondió: “¿Quién eres, Señor?”; y la voz: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora levántate y entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer”
Después de la extraordinaria experiencia de la que había sido protagonista, Saulo se convirtió al Cristianismo e hizo de la difusión de la Palabra de Cristo su única y sola misión de vida. Hasta el punto de ser recordado como el más férvido de los Apóstoles.
San pablo, era su nuevo nombre después de su conversión al cristianismo
Según cuentan los Hechos de los Apóstoles, Pablo, completamente ciego, permaneció tres días sin comer ni beber. Durante este tiempo, Dios se aparece a un discípulo llamado Ananías y le pide que vaya a la calle llamada Recta, y busca en casa de Judas a un tal Saulo de Tarso. Él está orando, y ha visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para devolverle la vista».
Así que Ananías acudió al lugar e impuso las manos a Pablo, diciendo: «Saulo, hermano mío, el Señor Jesús – el mismo que se te apareció en el camino– me envió a ti para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo». En ese momento, cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado.
¡Cuánta necesidad habría de una nueva «conversión de San Pablo» en este país! que sufre de constantes agresiones sionistas y sanciones occidentales que infligen a su pueblo.
Por Wattfeh Salloum/fm