Damasco, 14 sep (SANA) Los diversos movimientos políticos en naciones africanas como Gabón y Níger son un mensaje contra Occidente y una clara muestra anticolonialista, esto comprendiendo que las razones de los cambios son distintas en cada caso, comentan en entrevista para Sputnik las expertas en temas internacionales Sandra Kanety y Silvia Perazzo.
Durante julio y agosto de este año, dos golpes de Estado han puesto la mira de la comunidad internacional en África: los perpetrados en Níger y Gabón, que, a pesar de que sus objetivos y características no son iguales, hacen eco de las exigencias y problemáticas que atraviesan estas excolonias francesas.
“En el caso de Níger, por ejemplo, el golpe de Estado tiene mucho que ver con esta resistencia frente a las grandes potencias, pero particularmente frente a Estados Unidos”, abre análisis Kanety, académica del Centro de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Esto se debe a que el [país de África occidental] es un enclave importantísimo para Occidente en la zona africana. De hecho, es uno de los países que más ayuda militar y económica recibe por parte de EEUU, por lo que el golpe representa también una especie de denuncia o demanda frente a las potencias occidentales”, agrega.
Las movilizaciones también tienen un tinte anticolonialista, dado que aún países como Francia y Bélgica, que anteriormente mermaron a gran parte de África, desean explotar diversos recursos naturales y de materias primas que son relevantes para la subsistencia de esas naciones.
“[Los bienes africanos] son esenciales para los niveles de progreso o de desarrollo que hoy tienen las metrópolis o las neometrópolis, como Estados Unidos que, a costa de la expropiación de recursos y de territorios empobrecidos y violentados, han podido desarrollarse”, agrega.
En este mismo sentido, la historiadora por la Universidad Nacional de Córdoba Silvia Perazzo recuerda las palabras de la joven empresaria Ragnimwendé Eldaa Koama en la cumbre África-Francia 2021, donde participó el presidente del país galo, Emmanuel Macron. La mujer africana solicitó que se dejara de tratar a las naciones de su continente de manera paternalista.
“Hay bastos segmentos de poblaciones africanas y gran cantidad de estados que crecen más que la media de los Estados latinoamericanos. Lo que se necesita es otra cosa; creo que lo que están buscando los jóvenes, como los que participaron en la cumbre, es una nueva visión entre África y Occidente, donde dejemos de pensar en una África atrasada. (…) Ese panorama ha cambiado muchísimo en los últimos 20 años”, comenta.
Además, es relevante considerar la necesidad de hablar y reflexionar sobre esta región no como un conjunto, sino como un territorio lleno de diversidades.
“Solemos tratar a África como si fuera un solo país, pero no. Ellos piden que se les trate como un continente diverso, es decir, no es lo mismo hablar de Níger que de Kenia, o de Sudáfrica que de Etiopía o Ruanda. Por ahí también va la crítica”, asevera Perazzo, especialista en África contemporánea.
Los intereses occidentales
Naciones occidentales han explotado a África durante siglos debido a que es una zona geopolíticamente estratégica por sus minerales y diversas materias primas, entre otros factores, como la esclavitud con la que potencias europeas asediaron a las poblaciones africanas para trabajar en sus colonias en otros territorios, como el continente americano, de donde deriva la pluriculturalidad de territorios como Cuba o República Dominicana.
“Tiene recursos petroleros e hídricos muy importantes. Además, cuenta con uranio y metales vitales para echar a andar el proceso industrial tecnológico. Por ejemplo, Gabón tiene petróleo, diamantes y gas natural”, dice Kanety.
Por esta razón, destaca la también integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) en México, las potencias han ocupado territorialmente los diversos países africanos.
“Utilizan diversos mecanismos (…). Hay ocupaciones más silenciosas, pero igualmente violentas, como aquellas que genera dependencia económica, por ejemplo, a través del envío de asistencia humanitaria, alimentos y préstamos”, dice.
Antecedentes que se repiten
Algo relevante es que los golpes de Estado en Níger y Gabón, y las tensiones que también se viven en naciones como Chad, no son acontecimientos inéditos. Desde el siglo XX hasta la fecha los países africanos han luchado por su independencia o por tener nuevas formas de gobierno, especialmente aquellos que fueron colonias.
“Muchos de estos adoptaron un modelo de Estado más occidental que africano. Tomaron estructuras con sistemas republicanos, algunos parlamentarios y otros más presidencialistas, con una ruta democrática donde la gente elige. Sin embargo, no estaban muy acostumbrados a ello ni tenían estructuras sociales como para hacer frente a lo que significa la democracia, por lo que entre 1960 y 1990 se dieron decenas de golpes de Estado”, explica Perazzo.
Entre las naciones que en esa etapa pasaron por ese proceso político figuran Costa de Marfil, Nigeria y Somalia, por mencionar solo algunas.
“A partir de 1990 y tras los conflictos armados y guerras civiles, mejoró la democracia. Se instalaron regímenes más genuinos y disminuyó el tema de los golpes de Estado”, refiere la experta.
Peor la situación cambió al llegar el siglo XXI, puntualiza Kanety. “Desde 2017 a la fecha, es decir desde seis años, van más de 16 intentos de golpes de Estado, y nueve de ellos se dieron a partir de 2020. Entre ellos están Burkina Faso, Chad, Sudán, Malí, Níger y, por último, Gabón”, dice.
La especialista considera que el continente africano es históricamente inestable, pero esto responde a que “ha arrastrado problemas estructurales que trae desde la figura colonial y ahora la lleva dentro de estos procesos neocoloniales que vive gran parte de la región”.
Diferencias y similitudes
Los golpes de Estado en Níger y Gabón tienen raíces distintas, coinciden las expertas. El primer caso, que ocurrió a finales de julio pasado, se originó tras el descontento nacional ante la operación Barkhane de Francia, que se llevó a cabo para presuntamente luchar contra el terrorismo en la región del Sahel, en el norte de África. Este despliegue fracasó en gran medida en la consecución de sus objetivos y provocó una reacción violenta de los líderes africanos.
Ante ello, y tras años de merma gubernamental, el 26 de julio de este año un grupo de militares detuvo al presidente de Níger, Mohamed Bazoum, en su palacio en Niamey, la capital del país africano. Horas más tarde, declararon en televisión nacional que habían tomado el poder.
“Níger, como en Burkina Faso y Malí, están atravesados por cuestiones como un hartazgo que se empezó a manifestar en los segmentos más jóvenes de la población hacia Francia y hacia el rol tutelar que tiene la nación europea en estos estados. La diferencia permanente en la economía, la injerencia y las presiones hacia determinadas políticas son algunos temas que han sido muy cuestionados”, apunta Perazzo.
En el caso de Gabón, el golpe de Estado ocurrió el 30 de agosto pasado, después de que el actual presidente de la nación, Ali Bongo Ondimba, fuese reelegido en el cargo que ostenta desde 2009. Él se convirtió en mandatario cuando falleció su padre, Omar Bongo Ondimba, que gobernó el país durante más de 40 años.
“Sería saludable esperar que la oposición en Gabón, que es una reunión de partidos, lleve al país hacia una democracia de mejor calidad. De todas maneras, hay que esperar que ver cómo se dan los acontecimientos. Ojalá no empiecen a discutir entre ellos tratando de monopolizar el poder para uno solo de estos grupos y caer en lo mismo”, estima la experta.
Pero hay un punto en común entre Níger y Gabón, destaca Kanety, y es el apoyo de la gente.
“Lo que puedo ver es que tienen apoyo civil, pese a que el golpe de Estado lo dan militares. Esto es porque, de alguna u otra manera, esperan que con este evento mejoren sus condiciones de vida en general. Si nos fijamos en los discursos que han dado los golpistas en estos países, pues prácticamente dicen que lo hacen por la situación de inseguridad y adversidad que viven en sus territorios, sumado a la precariedad económica y el despojo por parte de países como Francia y EEUU”, indica.
Los aprendizajes de los golpes
Ambas expertas en temas internacionales aseguran que una de las mayores lecciones de los golpes de Estado en Níger y Gabón es el mostrar a África como un cúmulo de diversidades que, en conjunto, conforman una región con fortalezas.
“Hablando en términos continentales, estamos viendo un continente más firme, más seguro de sí mismo precisamente por el crecimiento que ha estado experimentando en los últimos 20 años (…). Está más unido que en la época de la Guerra Fría, por ejemplo. Además, ya participa en foros y encuentros internacionales”, apunta la historiadora Perazzo, quien expone que los lazos con naciones como China le ayudan a posicionarse de mejor manera en el plano global.
Mientras tanto, Kanety hace énfasis en pensar los Estados africanos como naciones que recientemente lograron su independencia.
“También debemos reflexionar sobre la explotación humana y de recursos a la que han sido sometidos por potencias extranjeras en beneficio de ellas, y no necesariamente de las poblaciones que viven en estos territorios. Eso es algo muy importante, porque si no entendemos que hay un pasado histórico colonial de sometimiento y explotación, no podemos entender las condiciones por las que atraviesa gran parte del continente”, menciona.
Por ejemplo, la académica de la UNAM rescata el caso de Níger, que en la actualidad se ubica en el lugar 189 de 191 en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, es decir, uno de los eslabones más bajos del planeta.
Así, estima que muchas veces se juzga a África sin tomar en cuenta las dificultades y circunstancias de sus procesos independientes. “Surgieron en un ordenamiento internacional que ya tenía reglas y que al parecer ya tenía ganadores y perdedores”, apunta.
“Les ha costado mucho trabajo y han resistido mucho a estos embates coloniales por parte de potencias europeas, pero ahora también neocoloniales de Estados Unidos y de otros países que ven lo que todo mundo ha visto en África históricamente: una fuente de recursos inagotables para sus procesos de desarrollo, pero en merma de las sociedades africanas”, concluye Kanety.
Fuente: Sputnik