60 años después: la Crisis de los Misiles que casi desemboca en guerra nuclear

Cuando el 22 de octubre de 1962, preludio de la Crisis de los Misiles, Fidel Castro ordenó una alarma de combate en Cuba, el joven Tomás Diez Acosta se encontraba en una unidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) a las afueras de La Habana. “La Crisis de Octubre fue el acontecimiento más peligroso de la Guerra Fría”, dijo a Sputnik.

Damasco , 5 oct (SANA)  El llamado de Castro orientaba a los militares la presentación inmediata en sus unidades y a los milicianos en las casas de los batallones, y aseguraba que la Revolución se preparaba para resistir cualquier ataque, en esta oportunidad, la primera amenaza de guerra nuclear experimentada por la nación caribeña.

Diez Acosta recuerda que ese día les avisaron a las tres de la tarde que volvieran a la jefatura y cuando llegaron, estaban ya los preparativos para el traslado de los soldados hacia la zona de movilización, a la entrada de San José de las Lajas, en la actual provincia de Mayabeque, a 54 kilómetros de La Habana.

Así transcurría en Cuba la conocida también como Crisis de Octubre o Crisis del Caribe, acontecimiento que puso al mundo al borde de una guerra nuclear, en un peligro inminente que duró poco más de 20 días, al descubrir Estados Unidos la presencia de misiles soviéticos en la isla y decretar un férreo bloqueo naval.

“Ese fue el acontecimiento más peligroso de la Guerra Fría, porque enfrentaba a las dos potencias principales de la época: EEUU y la desaparecida Unión Soviética. No era un conflicto con armas convencionales, sería con armas nucleares, en un hecho sin precedentes en la historia”, comentó Diez Acosta 60 años después.

La confrontación implicaría a los integrantes del Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua, conocido como Pacto de Varsovia, y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Orígenes del conflicto diplomático

Rubén Gregorio Jiménez Gómez, teniente coronel retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y autor del libro Octubre de 1962; la mayor crisis de la era nuclear, recordó que los orígenes de ese conflicto diplomático se remontan a abril de 1961 cuando aconteció la invasión de alrededor de 1.500 emigrados cubanos.

La incursión por Playa Girón, en la occidental provincia de Matanzas, a 209 kilómetros de La Habana, no tenía como propósito el derrocamiento de la Revolución, cuyo triunfo aconteció dos años antes.

“Su misión era tomar una cabeza de playa en el territorio nacional y traer un gobierno contrarrevolucionario preparado, a la espera de un avión en el aeropuerto de Opa-locka, en el estado norteamericano de Florida”, aseveró Jiménez Gómez, quien es también ingeniero en Estación de Conducción de Cohetes Antiaéreos, graduado en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Pero la invasión a Playa Girón, puesta en práctica por el presidente demócrata John F. Kennedy (1961-1963), fue un desastre total, y sentó las bases de lo que, según Jiménez Gómez, marcaría “el surgimiento de la Crisis de Octubre”.

Salvar la Revolución

John Kennedy y su hermano Robert, en aquella época fiscal general de EEUU, idearon un plan para derrotar al Gobierno revolucionario instalado desde 1959, no con cubanos emigrados, como en Playa Girón, sino con las propias fuerzas estadounidenses. En la búsqueda de una justificación o respaldo ante el mundo para el posible desembarco de sus tropas, crearon la Operación Mangosta, explica Jiménez Gómez.

Las maniobras encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia —CIA, por sus siglas en inglés— perseguían provocar una crisis de grandes proporciones en octubre de 1962, que sería aprovechada por la Casa Blanca para la incursión de su ejército.

De acuerdo con el investigador, la decisión de Washington llegó a conocimiento de los máximos dirigentes de La Habana y la URSS, tras observar el comienzo de grandes ejercicios militares de preparación en la zona del Caribe. Nikita Jrushchov, secretario general del Partido Comunista de la URSS en ese momento, propuso la ubicación de tropas y misiles nucleares en la isla.
En ese momento, además, Estados Unidos había emplazado misiles nucleares en Turquía e Italia como parte de la OTAN, que Moscú consideraba una amenaza.
La magnitud de la misión inicial del envío de misiles y hombres a Cuba, el experto la resume en cifras: el contingente estaría integrado por unos 53.000 hombres y alrededor de 230.000 toneladas de las cargas más diversas, y para su traslado hacia los puertos de embarque precisaban de 21.000 vagones de ferrocarril y más de 150 viajes de barcos.

Operación Anádir

Las tropas soviéticas cooperarían en la defensa del país con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) cubanas, que contaban en ese momento con 100.000 efectivos en tiempos de paz y alrededor de 250.000 durante el período de guerra.
El 5 de julio de 1962 comenzó el desplazamiento por ferrocarril de las primeras unidades de misiles hacia los puertos soviéticos. En los múltiples convoyes militares hacia los mares Negro, Báltico y de Barents se prestó especial atención al carácter encubierto del operativo, al cual denominaron Anádir por el río en el estrecho de Bering, que une el norte de Siberia con Alaska.
“Todo aquello era muy difícil de mantener en secreto y la justificación que emplearon fue la puesta en marcha de un ejercicio estratégico con el traslado de unidades y técnicas hacia esa lejana zona de la URSS”, detalló el analista.

Siete días más tarde, cuando salieron los primeros barcos rumbo a Cuba, algunos de ellos incorporaron dentro de la carga esquíes, trineos, estufas y abrigos especiales para sortear el crudo invierno, incluso, los jefes de ferrocarriles y capitanes de buques desconocían el destino final y propósito de aquel movimiento, añade el experto.

“Algunos oficiales intrigados preguntaban, ‘¿para qué región solicito los documentos de navegación?’ y quedaban anonadados con la respuesta: ‘Para todo el mundo’. Luego recibían lo necesario para distintos itinerarios, dentro de los cuales la mayor de las Antillas era uno más de ellos”, revela el especialista.

La división estratégica estaba integrada, inicialmente, por cinco regimientos con 60 misiles nucleares: 36 misiles R-12 de alcance medio —de 1.000 a 3.000 kilómetros—, que llegarían a un círculo formado por Dallas, Chicago, Washington y toda la parte sudeste de EEUU, y otros 24 de alcance intermedio —de 3.000 a 5.500 kilómetros— que incidirían en casi todo el territorio continental de Norteamérica.

Bloqueo naval

El problema era el tamaño de los misiles, podían taparlos con lonas, trasladarlos de madrugada o adoptar medidas similares, pero “cuando se movían por nuestras carreteras estrechas, acordonaban los caminos con milicianos, cortaban la luz eléctrica en los poblados y decretaban la inmovilización de los residentes”, todo eso suscitaba comentarios, evoca Jiménez Gómez.

En los meses de septiembre y octubre de 1962 hubo gran nubosidad y el presidente Kennedy aprobó un vuelo del avión U-2 sobre Cuba, con una duración de seis minutos, el domingo 14 de octubre.
Tomaron más de 900 fotografías en la occidental provincia de Pinar del Río y pudieron constatar el despliegue de rampas de lanzamiento de misiles de alcance medio, con capacidad de llegar al corazón de EEUU en pocos minutos.

El 15 de octubre concluyeron la interpretación fotográfica y le informaron al secretario de Defensa Robert McNamara, a la CIA y al asistente del presidente, indicó Jiménez Gómez.

El 16 de octubre comenzó sus sesiones el Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU para decidir cómo reaccionar ante el despliegue de misiles soviéticos.

Se discutían tres variantes: el bombardeo aéreo sorpresivo sobre las bases de misiles con el objetivo de destruirlos; otro más amplio contra los puestos de mando y almacenes de cabezas nucleares y el impulso de una invasión a Cuba.
De todas ellas, prevaleció el bloqueo naval para impedir la llegada de barcos soviéticos con armamento.
El sábado 20 de octubre se aprobó con 11 votos a favor y seis en contra la variante del bloqueo naval; dos días más tarde, Kennedy pronunció un discurso para comunicar esa decisión a la opinión pública bajo el eufemismo de “cuarentena” y comenzó la adopción de medidas relacionadas con la disposición combativa del Ejército.
El líder cubano Fidel Castro decretó la situación de alerta y luego la alarma de combate en todo el país, lo que significó la movilización de entre 350.000 y 400.000 efectivos y al día siguiente compareció en televisión nacional para refutar los planteamientos de Kennedy.
El 23 de octubre, el presidente estadounidense autorizó dos vuelos de reconocimiento diarios a baja altura sobre las posiciones soviéticas y cubanas en la isla y firmó la Proclamación 3504, que autorizaba la cuarentena contra la nación caribeña a partir del miércoles 24.

El desarrollo de la crisis

Posteriormente Estados Unidos incrementó los vuelos rasantes cada dos horas y Fidel tomó la decisión de disparar contra todo avión que violara el espacio aéreo cubano a partir del amanecer del 27 de octubre.

En horas de la tarde del viernes 26 de octubre de 1962, el Gobierno estadounidense recibió una carta de Jrushchov. A la mañana siguiente, mientras el Comité Ejecutivo norteamericano analizaba las proposiciones, las baterías antiaéreas cubanas dispararon contra aviones espías del país norteño.
“La misiva del premier Jrushchov decía que, si el Ejecutivo norteamericano se comprometía a no invadir Cuba y suspendía el bloqueo, no sería necesario el armamento que habían trasladado y podría regresar a la URSS”, señaló Jiménez Gómez.
Ese mismo día, un avión U-2 que había sobrevolado el país antillano a 21 kilómetros de altura fue derribado a las 10:17 am (hora local) por un grupo de misiles antiaéreos soviéticos cuando estaba a punto de concluir su misión, lo que ocasionó la muerte del piloto, el mayor Rudolf Anderson.
Cuando en Washington recibieron la noticia del derribo del U-2 prevaleció entre sus integrantes la opinión de que debían atacar y destruir las bases de misiles antiaéreos soviéticos emplazados en la nación caribeña; no obstante, para suerte de la humanidad, decidieron ignorar lo sucedido y responder la propuesta del máximo dirigente de la Unión Soviética.

Kennedy contestó favorablemente la carta de Jrushchov, le manifestó su compromiso de no intervenir en Cuba y de detener el bloqueo, a cambio de que los soviéticos retiraran los misiles, no los volvieran a introducir y permitieran una inspección internacional durante el repliegue.

El mando soviético aceptó, pero de todo esto en Cuba se enteraron por las ondas radiales. Para Jiménez Gómez, Jrushchov cometió tres graves errores: “Llegar a un acuerdo sin contar con el Gobierno cubano, aprobar la inspección foránea y desmantelar inmediatamente los misiles, por lo que se quedaron sin una palanca para ejercer presión”.
El 29 de octubre empezó el desmantelamiento de los misiles y el día 31 el trabajo había terminado, pero los estadounidenses sólo concluyeron el bloqueo naval semanas después. La invasión al espacio aéreo y marítimo continuó décadas y nunca llegaron a formalizar su decisión de no intervenir en Cuba, salvo aquella misiva enviada por Kennedy a Jrushchov.

Por eso, Castro manifestó en entrevistas posteriores que la forma en que se solucionó la crisis “preservó la paz mundial, pero no la paz para Cuba”.
Fuente : Sputnik

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