Energía nuclear, prioridad africana para 2030

Las plantas atómicas requieren enormes derogaciones y largos períodos de construcción y prueba, factor que puede desalentar proyectos en regiones políticamente inestables.

Para Occidente, es tentador participar en programas de este tipo con la condición de que permanezcan bajo su control, consideran expertos.

Y a juzgar por los magros resultados de su gira por África, el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, se fue como llegó: con las manos vacías.

Damasco, 24 ago (SANA) La intención de aliviar con el empleo de energía nuclear la indigencia energética en África aparece en la agenda 2030 de varios países del continente.

Es el caso de Uganda, que ya cuenta con la anuencia de la Agencia Internacional de Energía Atómica para comenzar el desarrollo de la energía nuclear en tres posibles ubicaciones: los ríos Kyoga, Kagera y Aswa.

Durante su reciente gira por África, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, recibió la solicitud del presidente de Uganda, Yoweri Museveni, para erigir la primera planta de energía atómica de África oriental.

La petición ugandesa puede basarse en la entrevista concedida por Lavrov antes de partir hacia África, en la cual recordó el apoyo político y logístico de la extinta Unión Soviética al proceso de liberación de los países africanos de sus metrópolis coloniales.

Con esta solicitud, Uganda se une a las proyecciones de Kenya, Nigeria, Tanzania, Marruecos, Ruanda y Egipto para el uso del átomo con fines pacíficos.

Kenya está cada vez más cerca de la etapa de desarrollo para instalar su primer generador, luego de identificar dos sitios costeros: los condados de Kilifi y Kwale, según sus autoridades.

La Agencia keniana de Energía y Energía Nuclear cifró el costo del proyecto en unos 50 millones de dólares, con obras de construcción planificadas para 2030, una prueba de funcionamiento cuatro años después y operaciones completas para 2036.

De su lado, la Agencia Reguladora Nuclear de Nigeria abrió la licitación en marzo de 2022 para la construcción de una planta nuclear de cuatro gigavatios.

Nigeria proyecta levantar una planta de energía de cuatro reactores, para hacer frente a los cortes de fluido eléctrico.

Mientras, Tanzania -tras el descubrimiento de depósitos de uranio hace cuatro años-, busca la ayuda de la corporación rusa Rosatom y la subvención de la minera Uranium One, para construir un reactor de investigación y luego establecer una planta nuclear.

En junio pasado, Marruecos avanzó en sus planes para el uso de la energía nuclear, tras la publicación de un informe que recomienda a sus legisladores cambiar a fuentes de energía renovables.

“Marruecos ha invertido en energía solar y eólica, y ahora está considerando la energía nuclear para garantizar sus necesidades de electricidad en el futuro”, afirmó la ministra de Transición Energética y Desarrollo Sostenible, Leila Benali.

El informe sigue a un estudio de factibilidad de casi siete años que será sometido al parlamento sobre la instalación de un reactor nuclear.

Ruanda registra avances significativos, después de firmar un acuerdo también con Rosatom para construir un centro de ciencia y tecnología nuclear.

Durante el mes en curso, un centenar de ruandeses se graduarán en ciencia y tecnología nucleares y, en los próximos dos años, está previsto construir un centro en el parque industrial de Bugesera (este).

En contraste, Egipto es el único país que comenzó la construcción de una planta, con cooperación asimismo de la empresa estatal rusa, también protagonista en los planes de los demás países africanos.

Hasta el momento, el único estado africano que cuenta con una central de energía nuclear es Sudáfrica, ubicada en Koeberg, con una capacidad instalada de mil 940 megavatios.

A pesar de las intenciones de estos gobiernos y el decisivo apoyo financiero y técnico de Rusia, existen muchas barreras a la inversión en la capacidad nuclear de África.

Las plantas atómicas requieren enormes derogaciones y largos períodos de construcción y prueba, factor que puede desalentar proyectos en regiones políticamente inestables.

Para Occidente, es tentador participar en programas de este tipo con la condición de que permanezcan bajo su control, consideran expertos.

Y a juzgar por los magros resultados de su gira por África, el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, se fue como llegó: con las manos vacías.

Fuente: Prensa Latina

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