Damasco, SANA
La montaña de Asis se encuentra en la región volcánica siria de al-Hamad, al sureste de Damasco, formando parte del monte Houran. El nombre fue descubierto en un texto tallado en una roca de basalto que data de la época de los Omeyas y ahora se conserva en el Museo Nacional de Damasco.
Se sitúa a 100 km al sureste de la capital, Damasco, y es jurisdicción del municipio de Duma.
“El historiador, Yaqut al-Hamawi, mencionó el monte en Mu’jam al-Buldan (diccionario de los países), describiéndolo como una residencia del califa omeya al-Walid Ibn Abd al-Malik”, según el arqueólogo, Mahmoud Hammoud.
En cuanto a los trabajos arqueológicos que tuvieron lugar en el sitio, Hammoud indicó que una expedición alemana fue la primera en llevar a cabo excavaciones en 1962, y descubrió que las ruinas del monte Asis eran uno de los sitios más importantes que representan la arquitectura desértica de los Omeyas que todavía se conserva hasta el día de hoy.
Uno de los restos más importantes del sitio es el palacio que es considerado uno de los palacios más antiguos de la era Omeya en el desierto, y se extiende sobre una superficie de 300 metros cuadrados; es también uno de los edificios islámicos más antiguos en los que se utilizó la decoración de yeso.
“El palacio incluye una mezquita y un hammam “baño”, que es el más antiguo hammam islámico construido fuera de los centros urbanos”, destacó.
El palacio de planta cuadrada tiene torres salientes hacia fuera y el pasillo termina en un edificio separado que consta de varias salas de ladrillo que podrían haber sido destinadas a la residencia de guardias, lo que indica la división del palacio en dos secciones pública y privada.
Según Hammoud, las paredes del palacio fueron construidas de piedra basalto, y otras piedras talladas traídas de edificios más antiguos, lo que se ve reflejado en las coronas y columnas con inscripciones griegas.
Sobre las piezas encontradas en el palacio, Hammoud señaló que incluyen pistas de cerámica y 106 inscripciones con dibujos e inscripciones griegas y árabes talladas en caligrafía cúfica simple que representan imágenes de animales y personas en diferentes situaciones.
Asimismo los grabados encontrados proporcionan una idea de la posición de las personas que vivían en esta zona entre los siglos II y VIII d.C., particularmente quienes vivieron en el palacio durante el período Omeya o que lo frecuentaron durante algún periodo como las caravanas mercantes.
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