Cuba, los derechos humanos y la mirada “politizada” de Human Rights Watch.

Damasco, SANA

Una vez más, la organización no gubernamental Human Rights Watch presentó una preocupante situación de caos en Cuba en términos de derechos humanos, en un informe calificado por Leyla Carrillo, investigadora del Centro de Investigaciones de Política Internacional, en La Habana, de mordaz, politizado y con un sesgo malintencionado.

En declaraciones a Sputnik, la experta cubana enfatizó que los informes anuales de HRW “se caracterizan por su mordacidad, politización y sesgo malintencionado, especialmente dirigidos a exacerbar críticas contra países no afines a EEUU”.

En su edición de 2021, presentado el pasado 13 de enero, HRW denuncia supuestas detenciones arbitrarias en la isla, falta de libertad de expresión, presencia de presos políticos en las cárceles cubanas, y restricciones de viajes, entre otras denuncias que reiteradamente presenta a la opinión pública internacional.

¿Qué es Human Rights Watch?

“Bajo el manto de una organización no gubernamental —aclara la profesora Carrillo—, HRW trabaja para la National Endowment for Democracy (NED), una entidad de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que, a su vez, constituye el brazo operativo de los departamentos de Estado y Defensa de EEUU”.

Las autoridades cubanas han acusado públicamente a la NED de financiar a más de 20 organizaciones y medios alternativos de prensa, dedicados a subvertir el orden dentro de la isla, por un monto que supera los 3,6 millones de dólares.

“La experiencia arroja que HRW difunde informes sobre países en desarrollo o emergentes, que anticipan las campañas y frecuentes medidas coercitivas adoptadas oficialmente por EEUU. Su programa para desacreditar a los gobiernos progresistas sigue un hilo conductor, de ahí nuestro rechazo”, subrayó la investigadora del CIPI.

Principales “fuentes” de HRW en Cuba

Carrillo, experta en Derecho Internacional y autora de varios libros sobre el tema, explicó a Sputnik que las “fuentes” antigubernamentales citadas por HRW dentro y fuera de Cuba, responden a una línea trazada por los gestores y mecenas para magnificar problemas sobre los derechos humanos.

“La experiencia acumulada por Cuba desde los años 60 del siglo pasado, revela una red de ‘opositores’ internos y externos, que incluye acciones terroristas, el financiamiento de más de 7.000 horas de propaganda radial, escrita y televisiva; el “surgimiento” de grupúsculos que atenten contra la estabilidad del país; visitas integradas por funcionarios foráneos de distintas esferas dedicados a entrevistar a individuos contestatarios y un interminable camino de acciones que en realidad se destinan a subvertir la situación interna de un país”, comentó.

Agregó que lo más frecuente en el caso cubano —no solo de HRW— es “observar” intencionalmente lo que sucede y exagerar los errores. “Lo más interesante —dijo— es que el modus operandi desde otros países se repite cuando se trata de promover o arreciar una campaña, que también nutre a las acciones destinadas a desestabilizar la imagen de un país dado”.

Para la investigadora Carrillo, el método de HRW y sus servidores se asemeja al llamado “golpe blando” y al método intervencionista de cambio de régimen, mediante la desacreditación consciente y sistemática de países como Bolivia, Venezuela, China, la República Popular de Corea, Irán, Siria, Rusia y Belarús, entre otros.

Cuba, ¿violadora de derechos humanos?

La también ex diplomática cubana piensa que uno de los propósitos de estos informes es desestabilizar a la Revolución Cubana, que —asegura— “con sus múltiples aciertos (no exentos de problemas agudizados por el prolongado bloqueo estadounidense y con la pandemia de COVID-19) ha mostrado resiliencia”.

“Desacreditar el comportamiento de los derechos humanos en Cuba mediante campañas y acciones sistemáticas constituye parte de la estrategia estadounidense y de algunos aliados para derrocar un régimen indeseado”, subrayó Carrillo.

“Pero —añadió— sus propósitos son incontables y no alcanzaría este espacio, porque incluye cuestionar la soberanía y el derecho a la autodeterminación de un país, o, la conjunción de acciones agresivas contra su población, cuando HRW es parte del hilo conductor para injerirse en los asuntos internos de otros países”.

Para la investigadora cubana, no se puede olvidar que, a pesar de las permanentes denuncias de HRW, el Gobierno de EEUU y sus aliados, que tratan de presentar una situación caótica en la isla en el tema de los derechos humanos, en Cuba la educación es gratuita desde la primera infancia, la enseñanza especializada para discapacitados, ramas tecnológicas y universidades, incluidos postgrados, maestrías y doctorados.

También mencionó el método didáctico cubano Yo sí puedo, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que ha contribuido a alfabetizar a más de 10 millones de personas en tres continentes.

Recordó además que las mujeres ocupan el 51% de las diputaciones en la Asamblea Nacional (parlamento), cargos ministeriales, dirección empresarial, municipal y provincial y son el 62% de los científicos del país.

Apreció además los avances para la comunidad LGBTI, pero —afirmó— “los señalamientos de HWR desconocen la realidad cubana, porque una mentalidad proveniente de siglos de influencia religiosa y hábitos de conducta no se puede erradicar mediante leyes, sino que para defender, precisamente la democracia y los derechos humanos que HRW invoca, requerirá un proceso más dilatado después de conciliar las diversas opiniones”.

Mencionó también la Constitución promulgada en 2019 resultado del debate popular en todas las esferas y sectores del país; la salud gratuita para toda la población, el cuidado al medio ambiente como premisa para mitigar el cambio climático, y la defensa de los derechos laborales entre otros aspectos que se perfeccionan en la sociedad cubana.

Respecto a las discutidas libertades ciudadanas, aclara que es el tema donde se manifiestan las mayores divergencias de criterio y accionar. “Para los detractores de nuestros países en desarrollo o emergentes —subrayó—, las libertades de expresión, prensa, pensamiento y asociación están por encima de los derechos sociales que protegemos y también amparamos los individuales”.

Según la profesora Carrillo, a pesar de toda esa campaña orquestada por Washington a través de sus instrumentos —entre ellos HRW— la isla cuenta con el apoyo de gobiernos progresistas, organismos internacionales, capas populares y organizaciones verdaderamente no gubernamentales que admiran logros de los derechos humanos en Cuba, que para ellos —asegura— “constituye todavía un sueño”.

Por Miguel Fernández Martínez

Fuente: Sputnik

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