Damasco, SANA
Han pasado por casi todos los calvarios imaginados y hasta han vivido aquellos episodios que ningún pueblo quiere para sí, ni para otros. Muy a su pesar se volvieron cotidianos el terror y la muerte, pero solo por un tiempo, porque las palabras “resignación” y “derrota” han sido sustituidas allí por las de “resistencia” y “victoria”. Tras casi una década de luchar contra el terrorismo, la República Árabe Siria, fuerte y cohesionada alrededor del liderazgo de su presidente, Bashar Al Assad, ha recuperado el control de su territorio en más del 85 por ciento, precisamente porque no se rinde ante ninguna amenaza.
Sobre ese espíritu rebelde versó la conversación en exclusiva de esta publicación con el Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Damasco en La Habana, el doctor Idris Mayya. Gracias a sus precisiones se corrobora la cercanía entre los pueblos del mundo en cruzada compartida por la justicia y la independencia, objetivos vitales que en esta época moderna le hacen frente a un enemigo que se autocalifica de invencible: el imperialismo estadounidense.
Así que cuando el diplomático asegura que la Ley César contra Siria es muy similar a la Ley Helms Burton contra Cuba se aquilata plenamente la tenacidad popular y gubernamental de los hermanos sirios, porque los cubanos llevamos muchos años plantándole cara al mismo monstruo. El excelentísimo señor Idris Mayya explica que dicha regulación “está fomentada sobre la base de una serie de imputaciones y de mentiras, detrás de las cuales están los enemigos de Siria, que no quieren el bienestar de nuestro pueblo”. Remacha en su carácter perverso porque entró en vigor “el 17 de junio de 2020, en tiempos de batalla mundial contra la pandemia de la COVID-19. Hemos realizado, junto con Cuba, Rusia, China, Irán y otros estados –puntualiza Mayya– una labor muy intensa en las Naciones Unidas, a través de comunicados, para pedir el levantamiento de los bloqueos y las medidas unilaterales coercitivas impuestas a nuestros países”.
Recuerda que incluso el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, llamó al cese de los hostigamientos, pero “lamentablemente la administración estadounidense ha recrudecido las sanciones contra nosotros, mediante la llamada Ley César. Antes de eso la Unión Europea había prolongado sus sanciones unilaterales, lo cual muestra la falsedad de todas las consignas acerca de los derechos humanos, la democracia y la supuesta preocupación por el bienestar del pueblo sirio. La Ley César, por el contrario, constituye un obstáculo fundamental a los esfuerzos en la reconstrucción del país”.
Y recalca la peligrosidad de la normativa legal, la cual radica, “igual que la Helms Burton, en que es extraterritorial. De manera que los EE. UU. lanzan amenazas puntuales contra todos los que colaboran con el Gobierno sirio, léase países, empresas y también contra las personas naturales. Será en vano, porque de la misma manera que nuestro pueblo, conocido por su inventiva y resistencia, vence al terrorismo y a sus enemigos externos, también sabrá defender la economía nacional. Y en lo posible logrará limitar los impactos negativos de este engendro estadounidense. A nuestro lado se mantienen Rusia, Irán y China”.
Derecho a resistir
El representante en Cuba muestra su gran orgullo patrio cuando le reitera a los lectores de BOHEMIA que Siria “confronta desde hace nueve años aproximadamente una guerra donde se han utilizado todos los medios sucios: el militar, el de las presiones políticas, las diplomáticas, las económicas, e incluso se nos hace una guerra informática en la que se utilizan herramientas de tergiversación”. Ilustra la penetración en el territorio de unos 300 mil terroristas, la mayoría de ellos a través de la frontera con Turquía, de 850 kilómetros aproximadamente. “Entraron gracias a los medios de contrainteligencia brindados por diferentes países”.
Llegado a este punto es visible la admiración que profesa por la gesta nacional de la que es parte, teniendo en cuenta que el terror que se quiso imponer hizo mucho daño y causó grandes sufrimientos. “Se han realizado todo tipo de acciones violentas y de sabotajes, impactando en universidades, centros de salud, y en buena parte de la infraestructura, es decir en la eléctrica, los oleoductos y gaseoductos, e incluso en los sitios arqueológicos, los monumentos”. Algo que, asevera, tiene un objetivo muy claro: destruir la cultura siria, civilización milenaria que ha aportado proverbiales conocimientos y valores a la humanidad.
Rememora que la nación árabe antes del estallido de la guerra “hasta el año 2010 había alcanzado un crecimiento económico de un cinco por ciento. Incluso fuimos capaces de lograr la autosuficiencia alimentaria y de suficiencia en la producción de medicamentos, importante rubro exportable. Lamentablemente, las bandas terroristas han incidido negativamente en todos los renglones de la vida nacional.”
Sin embargo, apunta, “desde hace dos años hasta la fecha la situación ha cambiado, gracias al enorme esfuerzo del Ejército Árabe Sirio, así como del Gobierno, conducido valiente y sabiamente por el presidente Bashar al Assad, y por la cohesión de nuestro pueblo alrededor suyo. También recibimos el apoyo de amigos: Rusia, Irán y el movimiento de resistencia Hezbolá, en el Líbano, además del espaldarazo con que contamos en América Latina y el Caribe, particularmente de Cuba”.
Por supuesto, aclara, “queda todavía una zona en la provincia de Idlib como último bastión del terrorismo, que se sostiene por los incumplimientos de Turquía de los acuerdos con Rusia. Estados Unidos ocupa algunas áreas de manera ilegítima y que no se ajustan a ningún pedido del Gobierno sirio, como sí en el caso de la Federación de Rusia. Ante esas circunstancias, Siria, su dirección y su ejército tienen el derecho de resistir mediante todas las vías posibles, en consonancia con el Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas”.
Irán y Rusia: aliados estratégicos
Interrogado por las alianzas que han condicionado victorias, el doctor Idris Mayya insiste en señalar a los probados camaradas de Rusia e Irán. De los primeros considera que son leales al fragor de “relaciones históricas, muy antiguas y arraigadas”. Puntualiza que los nexos se dan en todas las esferas, y subraya que “lo más importante es que se basan en el respeto mutuo, la confianza y la no interferencia en los asuntos internos”.
“La posición de Rusia es muy conocida: se caracteriza por el respeto a la integridad y a la autodeterminación del pueblo sobre su destino. Se destaca por su firme rechazo a aquellas resoluciones internacionales que atentan contra esos principios”. Rememora que, desde el 30 de septiembre de 2015, al pedido de Damasco, Moscú comenzó a enfrentarse al terrorismo, y jugó un papel muy activo en su derrota, al lado del ejército nacional y de otros aliados.
En este sentido se refiere a la República Islámica de Irán. La cual considera que mantiene una “posición honorable, de principios en torno a todas las causas árabes, especialmente a la palestina. Con Irán tenemos relaciones estratégicas que datan de los primeros días de la Revolución liderada por el ayatola Jomeini”. En el contexto actual, el embajador reitera que esos lazos se siguen fortaleciendo. Y puso de ejemplo la reciente conversación telefónica sostenida por el primer vicepresidente iraní, Eshaq Jahangiri, y el primer ministro sirio, Hussein Arnus, en la que el funcionario persa recalcó que “la República Islámica de Irán no escatimará esfuerzos para reducir la presión sobre el pueblo sirio”. Al redondear en esta cuestión, evoca la generosa sangre regada en suelo sirio a partir de la valentía de los mártires de Rusia e Irán.
Ocupación ilegal
A pesar de que, en los inicios del encuentro, Mayya abordó la ocupación norteamericana, quiso reiterar lo ilegitimo del hecho desde una arista bien interesante: Washington “ocupa algunas zonas tratando de dividir a Siria sobre bases confesionales. Los EE.UU. apoyan a algunas milicias kurdas con aspiraciones separatistas, por eso nosotros decimos que los kurdos constituyen una parte fundamental del tejido sirio. Nuestro Gobierno ha anunciado su disposición a discutir cada una de las cuestiones con los hermanos kurdos bajo el techo de la soberanía, bajo los preceptos de respeto a la integridad territorial, la unión y el rechazo de cualquier intento de dominación separatista”.
Remarca, asimismo, que “la historia de las intervenciones de los EE. UU. y sus aliados en la zona nos confirman que no debemos confiar, ya que ellos no tienen escrúpulos en vender a sus supuestos amigos. La integridad es sumamente importante”. Y es este un pensamiento heredado y defendido desde el ejemplo del líder histórico Hafez Al Assad, fundador de la Siria moderna.
En el contexto del vigésimo aniversario de la partida física del patricio, el diplomático considera que sigue vivo en el corazón de su gente porque pervive como paradigma de hombre que “construye la historia, quien, como Mandela o Fidel Castro, no mueren nunca”.
Relaciones bilaterales Cuba-Siria
Justo al evocar al Comandante en Jefe, el doctor Idris Mayya repasa la lectura que realizara de un libro titulado Cuba, la isla revolucionaria de un colectivo de autores sirios. En ese texto sirio tuvo una aproximación a la realidad cubana, la cual, dice, es superior cuando se vive aquí. Considera de encomiable lo que hace la mayor de las Antillas por la salud de su pueblo y por la de otras naciones, especialmente de cara a la actual pandemia. Se identifica mucho con las páginas de la Cuba de hoy, las de Fidel, Raúl y Miguel Díaz-Canel. Todas las consignas que se enarbolan sobre la solidaridad uno las puede palpar aquí con mucha honestidad, en el “deseo de ayudar a los otros a pesar del bloqueo estadounidense”, reitera este enamorado de la Isla.
Precisamente por los valores humanistas compartidos, destaca la profundidad de nuestras relaciones bilaterales: “Nosotros decimos que estamos en la misma trinchera porque nos enfrentamos a un mismo enemigo”. Sí, y venceremos, porque para Siria y Cuba la rendición nunca será una opción: las dos naciones hermanas, a contrapelo de la guerra sucia, siguen dando lecciones de heroísmo en una permanente construcción de la historia.
Por MARÍA VICTORIA VALDÉS RODDA
Fuente: Revista Bohemia