Damasco, SANA
Desde tan temprano como mayo del 2004, el entonces presidente estadounidense, Barack Obama, firmó una orden ejecutiva que impuso sanciones a Siria e instrumentó un bloqueo económico, comercial y financiero respaldado por la Unión Europea, ampliado año tras año, incluido el presente 2020.
A pesar de las continuadas manipulaciones informativas de los grandes medios de comunicación, siempre trascendió que las prohibiciones abarcaron un paquete que incluye exportaciones e importaciones de bienes y equipos médicos, productos químicos, sistemas informáticos de todo tipo y una amplia gama de insumos tecnológicos e industriales.
En medio de una guerra terrorista impuesta, fueron aceleradas la congelación de cuentas bancarias y bloqueadas una significativa cantidad de moneda impresa de esta nación del Levante y que afectó en más de un 25 por ciento la tasa de cambio de la libra siria.
Asimismo, esas medidas unilaterales provocaron que Siria perdiera cerca del 24 por ciento del Indice de Desarrollo Humano previsto por Naciones Unidas y pérdidas económicas que rebasan los 400 mil millones de dólares en la infraestructura, las facilidades de salud, la educación, los recursos hidráulicos, el petróleo, gas, electricidad y telecomunicaciones.
Aun en el momento más álgido de los enfrentamientos armados contra grupos terroristas, más del 65 por ciento de la población cercana a los 20 millones de habitantes, se desplazaba hacia zonas controladas por el Gobierno de Damasco, hechos demostrativos de que la mayoría de los sirios están afectados.
A través del Ministerio de Relaciones Exteriores y Expatriados de Siria, Damasco condenó la reciente decisión de la Unión Europea y aseguró que se demuestra la complicidad en la guerra contra la nación árabe y en el apoyo a los grupos terroristas.
De igual forma, evidencia la plena implicación y por lo tanto es responsable del derramamiento de sangre de los sirios y de su sufrimiento a consecuencia de las sanciones económicas injustas que afectan los esfuerzos para proporcionar infraestructura médica necesaria con el fin de hacer frente a la pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 .
Para esta nación del Levante, se confirma la falta de independencia de la UE y su humillante servilismo a la política estadounidense, además de que constituye una flagrante violación a los derechos humanos más básicos y representa un crimen de lesa humanidad.
Por otra parte, Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte, incrementan la ilegal introducción de equipamiento militar a las organizaciones extremistas, bloquean ayudas humanitarias a campamentos de refugiados como los de Al Hol y Rubkan y politizan y condicionan los intentos de la Organización Mundial de la Salud para operar con transparencia en Siria.
A casi 10 años de la imposición de una guerra en este país, la alianza para dividir y destruir al Estado sirio no cesa presiones y esgrime argumentos contradictorios con los principios de la Carta de Naciones Unidas y en abierta violación del derecho internacional.
Por Pedro García Hernández
Fuente: Prensa Latina