Las casas damascenas, pequeños paraísos sobre la tierra

Damasco, 5 jun (SANA)   Antiguamente, Damasco y su campo rivalizaban con cualquier descripción que aludiera al Paraíso, y esto se debía principalmente a la exuberante naturaleza que la rodea regada generosamente por los perennes manantiales de agua cristalina que hasta nuestros días abastecen a la capital siria.

¡Damasco! ¡Su creador juró no hacer en adelante nada parecido!

Quizá una de las descripciones más vívidas de esta ciudad es la que leemos en las Mil y Una Noche: “les pareció Damasco una ciudad admirable, llena de árboles y aguas corrientes, siendo en realidad como la cantó el poeta:

¡He pasado un día y una noche en Damasco!

¡Damasco! ¡Su creador juró no hacer en adelante nada parecido!

¡La noche cubre amorosamente a Damasco con sus alas!

¡Y cuando llega el día, tiende por encima la sombra de sus árboles frondosos!

¡El rocío en las ramas de estos árboles no es rocío, sino perlas, perlas que caen como copos de nieve a merced de la brisa que las empuja!

¡En sus bosques luce la Naturaleza todas sus galas: el ave da su lectura matutina; el agua es como una página blanca abierta; la brisa responde y escribe lo que dicta el ave, y las blancas nubes derraman gotas para la escritura!…”

El famoso viajero Ibn Jubair comentó en sus escritos luego de vistrar Damasco: “su gente disfruta de tanta agua dulce que a veces anhela la sed…”

La “Bahra” convirte el patio interior de las casas damascenas en en pequeños paraísos

Hace unos 800 años, los artesanos damascenos aprovecharon la dádiva divina de los manantiales para crear fuentes de agua conocidas como “Bahra” en árabe en los patios interiores de sus casas antiguas, convirtiéndo los hogares damascenos en pequeños paraísos para sus moradores.

Esta peculiar obra arquitectónica que pueden ser albercas rectangulares o redondas hechas de mármol estriado y coloreado, no solamente supone una pieza de decoración en medio de los patios, sino que es la extensión de los históricos manantiales de Damasco dentro de cada hogar.

Las virtudes de esta artesanía, que se remonta a la era mameluca y se llevó a muchos países árabes y europeos, son muchas ya que desempeñó un papel importante como acondicionador de las altas temperaturas en verano dentro de las antiguas casas. Incluso en invierno, la cascada de agua de estas fuentes aumenta la humedad por lo que la temperatura sube varios grados centígrados.

Con sus “bahras” y singulares características, las antiguas casas de Damasco suponen una gran oportunidad para descubrir una parte de la arquitectura islamica de esta ciudad milenaria considerada entre las más antiguas del mundo e inscrita en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Watfeh Salloum/fm

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