Jerusalén ocupada, 2 nov (SANA) La historia oscura de las potencias coloniales occidentales, especialmente de Reino Unido , se refleja en la tragedia del pueblo palestino y su sufrimiento continuo.
Este sufrimiento se remonta a la primera conferencia colonial europea celebrada en Londres en 1840, donde se adoptó la falacia del sionismo: la idea de que Palestina es una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra.
A esto le siguió la conferencia colonial de Campbell-Bannerman, también en Londres, en 1907, y culminó con la maldita promesa Balfour diez años después, cuyo 107 aniversario se conmemora hoy.
El 2 de noviembre de 1917, el entonces Ministro de Exteriores británico, Arthur James Balfour, envió una carta al lord judío, Lionel Walter de Rothschild, uno de los líderes del movimiento sionista, por orden de su primer ministro, David Lloyd George.
En esa carta, Balfour afirmó que Reino Unido haría todo lo posible para establecer un hogar para los judíos en Palestina.
Este compromiso fue el resultado de tres años de conversaciones entre el gobierno británico y los judíos británicos, así como la Organización Sionista Mundial, quienes lograron convencer a Reino Unido de su capacidad para alcanzar sus objetivos y preservar sus intereses en la región.
Reino Unido presentó el texto de la promesa, conocida como “una promesa de quien no tiene a quienes no lo merecen”, al presidente estadounidense Thomas Wilson, quien aprobó su contenido antes de su publicación.
También fue aceptado oficialmente por Francia e Italia en 1918, y posteriormente por Estados Unidos en 1919. Un año más tarde, el Consejo Supremo de las Potencias Aliadas, en la Conferencia de San Remo, decidió confiar a Reino Unido el mandato sobre Palestina y poner en ejecución la promesa Balfour, tal como estaba estipulado en el artículo segundo del mandato.
El 24 de julio de 1922, el Consejo de la Liga de Naciones aprobó el proyecto de mandato, que entró en vigor el 29 de septiembre de 1923.
Los palestinos, los verdaderos propietarios de la tierra, rechazaron la maldita promesa desde el principio y no se rindieron ante los hechos que el colonialismo británico comenzó a imponer durante su ocupación de Palestina entre 1920 y 1948.
Esto incluyó la llegada de bandas sionistas terroristas a la tierra palestina. A lo largo de los años, los palestinos llevaron a cabo sucesivas revoluciones contra la ocupación británica y estas bandas, siendo la primera la Revolución de Al-Buraq en 1929, seguida de la Revolución de 1936.
Con el apoyo de las fuerzas británicas, estas bandas intensificaron su terrorismo, cometiendo crímenes de guerra y limpieza étnica contra los palestinos.
Esto resultó en el desplazamiento de 750 mil de ellos solo durante los primeros meses de 1948.
El 14 de mayo de ese mismo año, Reino Unido anunció el fin del mandato, y al día siguiente, los sionistas proclamaron el establecimiento de su entidad usurpadora.
Esta fue admitida por las potencias mundiales en la Organización de las Naciones Unidas tras la aprobación de la Resolución 181, conocida como la Resolución de Partición, el 29 de noviembre de 1947, a pesar del rechazo de los palestinos y los países árabes.
La historia se repite hoy, ya que Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania, las potencias que planearon el establecimiento de la entidad ocupante y apoyaron su terrorismo desde la promesa Balfour, pasando por la Nakba de 1948 y la Nakba de 1967, hasta el genocidio actual, no han cambiado su posición.
Siguen repitiendo sus afirmaciones sobre el respeto a los derechos humanos en declaraciones que apuntan a desestabilizar a otros países, mientras que, cuando se trata de “Israel”, el Pacto de las Naciones Unidas, los principios de los derechos humanos y todas las normas del derecho internacional se convierten en papel mojado.
Esto permite que continúe su holocausto contra el pueblo palestino, respaldado con todos los recursos que solicita: dinero, armas y apoyo en el Consejo de Seguridad y otros foros internacionales.
A pesar de las masivas manifestaciones que se llevan a cabo casi a diario en la capital de la promesa Balfour y otras capitales occidentales, exigiendo el cese del genocidio al que está sometido el pueblo palestino en la Franja de Gaza desde hace más de un año, las potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, continúan su apoyo.
A pesar de las masacres, el desplazamiento y la demolición de hogares sobre sus dueños, así como de los arrestos, la tortura y el asedio, los palestinos aseguran que continuarán su lucha con todas sus fuerzas para defender su tierra y su derecho a establecer su estado independiente con Jerusalén como su capital.
La batalla Diluvio de Al-Aqsa seguirá siendo un testimonio de la determinación del pueblo palestino de ejercer su derecho a la autodeterminación, y que no permitirán ninguna tutela sobre ellos ni la repetición de la Nakba de 1948.
El pueblo de Palestina permanecerá en su tierra, y resistirá hasta lograr su libertad.
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