Damasco, 14 jul (SANA) La mayor organización bélica del mundo, la OTAN, dejó claro que incrementará sus gastos e inversiones militares en 2024, pese al genocidio climático atribuido a la espiral armamentista.
Desde Washington, Estados Unidos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) confirmó que por el momento 23 de sus 32 Estados miembros dedican a las cuestiones bélicas montos equivales a dos por ciento del Producto Interno Bruto, cuando menos.
Al decir del secretario general del bloque belicista, Jens Stoltenberg, se trata de un récord y la industria militar puede esperar con certeza más encargos a largo plazo.
En un foro asociado a la cumbre de la alianza en Washington, empresas armamentistas europeas y norteamericanas mostraron su beneplácito con los actuales y previsibles contratos de la OTAN, entre ellas, BAE Systems plc, RTX Corporation, Aselsan, Oracle Corporation, Lockheed Martin, Raytheon y General Dynamics.
“No hay forma de proporcionar una defensa fuerte sin una industria de defensa fuerte”, subrayó Stoltenberg, quien compartió la opinión de los industriales de prestar mayor atención no solo a la producción y la capacidad bélica, sino también al incremento de los fondos para I+D (investigación y desarrollo).
De los 32 integrantes de la OTAN, 23 pertenecen también a la Unión Europea (UE), cuyos líderes prometieron cumplir ambiciosas metas para contrarrestar los efectos del cambio climático, en virtud del Acuerdo de París, y anunciaron posturas similares de cara a la próxima cumbre COP29 de Naciones Unidas, en noviembre de este año.
A juicio del grupo comunitario, hacen falta medidas más contundentes para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero (GEI), los cuales aceleran el cambio climático.
Sin embargo, las naciones más ricas y generadoras de contaminación por CO2 son también las que están incrementando sus gastos armamentistas.
Globalmente, el gasto militar alcanzó en un solo año la cifra de 2,24 billones de dólares, de los cuales más de la mitad provinieron de los entonces 31 miembros de la OTAN, según reveló el “Transnational Institute” (TNI).
Según las investigaciones del TNI, la huella de carbono militar total de la OTAN pasó de 196 millones de toneladas métricas equivalentes de CO2 (tCO2-eq) en 2021 a 226 millones de tCO2-eq en 2023, es decir, 30 millones de toneladas más en dos años.
La media anual de la huella de carbono militar de la agrupación es de 205 millones de tCO2-eq, superior a las emisiones anuales de GEI totales de muchos países individuales, indicó la fuente.
Sobre la base de 31 miembros, ahora son 32, el TNI estimó que si todos los socios de la OTAN cumplen el objetivo del dos por ciento del PIB, entre 2021 y 2028 su huella de carbono militar colectiva será de dos mil millones de tCO2-eq, superior a las emisiones de GEI anuales de Rusia, uno de los principales productores de petróleo.
Los 1,26 billones de dólares en gasto militar de la OTAN en 2023 servirían para pagar la promesa incumplida de 100 mil millones de dólares al año durante 12 años, que las naciones más contaminantes del planeta hicieron en concepto de financiación climática, advirtió el instituto.
Falta poco tiempo para la COP29 en noviembre próximo y si sucede como en las anteriores cumbres climáticas volverán a aflorar fervientes discursos en pro de salvar al planeta y su gente, pero por ahora los discursos de Occidente parecen estar más centrados en la espiral armamentista.
El pasado 5 de junio, en ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, consideró que los humanos representan el mismo peligro para la Tierra que el meteorito exterminador de los dinosaurios.
“En el caso del clima, no somos los dinosaurios. Somos el meteorito. No solo estamos en peligro: somos el peligro. Pero también somos la solución”, declaró.
Las emisiones globales de GEI, recordó, deben reducirse un nueve por ciento cada año para mantener vivo el límite de aumento de temperatura de 1,5 grados Celsius (℃) por encima de los niveles preindustriales, pero las emanaciones mantienen una tendencia alcista.
“Estamos jugando a la ruleta rusa con nuestro planeta. Tenemos que salir de esta autopista que nos lleva al infierno climático. Y lo cierto es que somos nosotros los que vamos al volante”, advirtió.
Fuente : Prensa Latina