Las primeras señales del colapso de Daesh a manos de las fuerzas del ejército sirio serán evidentes cuando se retiren las fuerzas de ocupación estadounidenses y salgan de territorio sirio, ya que Washington es el principal garante de la vida y la continuidad de este grupo y otros grupos terroristas o separatistas que son la vanguardia del “ejército” de Estados Unidos y su élite combativa y suicida que asegura su ocupación y permanencia en Siria. No abandonarán esta herramienta valiosa sino mediante la fuerza de la resistencia y la liberación.
Damasco, 10 may (SANA) La creciente actividad de la organización terrorista Daesh en el desierto sirio representa uno de los desafíos importantes que enfrenta el Estado, el ejército y los ciudadanos en Siria, especialmente después de la “revitalización” que experimentó Daesh desde mediados del año pasado, seguida de dosis adicionales claras y efectivas desde el comienzo de este año, es decir desde el inicio del “Diluvio de Al-Aqsa.
Esta resurrección de Deash fue una de las principales estrategias adoptadas por Estados Unidos, en coordinación y solidaridad con la entidad de ocupación israelí, contra las fuerzas del Eje de Resistencia que se habían involucrado en apoyar la resistencia palestina en Gaza, para distraerlas de apoyar al pueblo palestino y aliviar la presión que aumentaba día a día sobre las bases de ocupación estadounidense en el este de Siria y en Irak.
Quien sigue el curso de movimiento y actividad del grupo terrorista en el desierto sirio nota un aumento en el número de ataques desde el comienzo de este año, con más de 150 operaciones realizadas por Daesh durante los últimos cuatro meses (de las cuales aproximadamente 70 ocurrieron solo en marzo), superando así el número de ataques durante el período entre 2021 y principios de 2023.
Las tácticas de Daesh en esos ataques varían entre emboscadas establecidas por pequeños grupos a lo largo de los lados de las carreteras que conectan el interior con el este de Siria, atacar vehículos militares y civiles en tránsito, ataques sorpresivos a los márgenes de algunas instalaciones militares bajo la oscuridad o a distancia con morteros y armas medianas, y ataques sangrientos contra pastores o civiles en busca de su sustento, especialmente durante la temporada de cosecha de trufas en el desierto sirio.
Estas operaciones se concentran especialmente en el desierto de las provincias de Homs, Deir Ezzor, Raqa, Alepo y Hasakeh.
Si bien el grupo terrorista depende en su guerra contra el Estado sirio de la táctica de la guerra de guerrillas en un desierto que se extiende sobre un área de 80 mil kilómetros cuadrados (con las fuerzas del grupo estacionadas principalmente dentro de un área de 4,000 kilómetros cuadrados del desierto), lo nuevo en cuanto a los ataques de Daesh durante el primer trimestre de este año es la expansión de la geografía a la que sus grupos ahora llegan y atacan.
Después de que estos ataques se concentraran en los últimos años en establecer emboscadas en el interior del desierto y a lo largo de las carreteras principales y secundarias entre esas provincias y sus ciudades y pueblos, ahora los grupos de Daesh llegan a las aldeas cercanas a esas carreteras y llevan a cabo sus ataques dentro de los áreas residenciales allí, como el ataque a las aldeas de “Al-Shamitiyah” en el campo de Deir Ezzor y “Maadan Atiq” en el sur del campo de Raqa.
Quizás lo más peligroso en relación con la presencia de Daesh y su capacidad para desarrollar sus estrategias agresivas es la ubicación geográfica ocupada o transitada por sus grupos combatientes, ya que se dispersan en el desierto “Al-Kawm” al norte de la ciudad de Palmira en la campiña de Homs, y luego en el área contigua al monte de Abu Rajmin” al noreste de Palmira, alcanzando hasta los límites administrativos de la provincia de Sweida al sureste, llegando al desierto de Al-Bukamal en el extremo este de Deir Ezzor, pasando por el desierto de Al-Sukhnah.
Estas ubicaciones estratégicas aseguran a Daesh corredores para atacar en todas direcciones, es decir, en una amplia área de las campiñas de Deir Ezzor, Raqa, Homs, y hacia el este en las regiones de la provincia de Alepo, y un pasaje hacia las áreas al este de la provincia de Idlib, lo que significa la capacidad de llegar a la mayoría de las carreteras principales que conectan estas ciudades y establecer emboscadas a lo largo de sus lados.
Sin embargo, este despliegue, a pesar de su importancia, no habría permitido al grupo terrorista desarrollar sus ataques, tácticas y herramientas si no fuera por la garantía de varios factores clave y efectivos que lo ayudaron a intensificar sus actividades en los últimos meses.
El primero y más importante de ellos es la presencia de las fuerzas de ocupación estadounidenses en la base de “Al-Tanf” ubicada en el corazón del desierto sirio en el triángulo de las fronteras sirias-iraquíes-jordanas, donde se encuentran campamentos de entrenamiento, suministro y refugio que albergan a un gran número de familias de los líderes y miembros del Daesh, y donde se trasladaron principalmente muchos de los dirigentes del grupo que fueron capturados después de la batalla de Al-Baghuz en 2019, y después de la rebelión armada sospechosa que ocurrió en la prisión de Ghueiran en la ciudad de Hasakeh más tarde.
La información al respecto indica que los dirigentes de Daesh que pertenecen a lo que las fuerzas de ocupación estadounidenses llamaron el “Ejército Libre de Siria” son responsables de coordinar entre la base de Al-Tanf y los dirigentes terroristas en el desierto, y de asegurar todo lo necesario, desde armas, equipos, dispositivos logísticos, hasta la transmisión de información importante sobre ubicaciones y movimientos militares en las carreteras principales en esas áreas.
La aparición de nuevas armas recientemente en manos de los elementos del grupo terrorista, incluidos misiles de mediano alcance, indica claramente esta implicación estadounidense.
El segundo factor radica en la experiencia de los miembros del Daesh a lo largo de los años de vivir y moverse en los desiertos de Irak y Siria, y su conocimiento de su geografía complicada y difícil que permite el movimiento encubierto y el ocultamiento, y su capacidad, a través del terror y la intimidación, de construir una red de relaciones con algunos de los habitantes locales en esas áreas después de matar o desplazar a muchos de los dignatarios y miembros de las tribus que se negaron a tratar con los grupos terroristas afiliados a Daesh.
El tercer factor es la capacidad de Daesh para activar las redes de contrabando entre Irak y Siria a través del desierto sirio central conectado con el desierto occidental iraquí, lo que garantiza en gran medida el movimiento y la transferencia de grupos entre los dos países, así como el suministro y apoyo logístico.
En cuarto lugar, está la relación que no se cortó con muchos dirigentes de los grupos armados en el norte de Siria (Idlib y campiña de Alepo), lo que siempre permitió la existencia de una zona de movimiento, escondite e incluso financiamiento en el norte ocupado.
No olvidemos aquí que el exlíder de Daesh, Abu Ibrahim al-Qurashi, fue asesinado cerca de la frontera sirio-turca en su escondite dentro de un cuadrado de seguridad ocupado por las fuerzas turcas y centros de seguridad afiliados al grupo terrorista “Hayat Tahrir al-Sham”.
A pesar de que hasta ahora los grupos de Daesh dependieron de las tácticas de golpear y correr, el nuevo liderazgo del grupo estuvo tratando en los últimos meses de presentarlo como un grupo que vuelve con fuerza, intensificando operaciones y ataques, estableciendo nuevos campamentos en el interior del desierto e insinuando la existencia de grandes capacidades financieras que Daesh utiliza en operaciones de reclutamiento y entrenamiento.
Aquí, es necesario señalar los recientes intentos del grupo terrorista de acercarse más a los campos petroleros y de gas, ya sea en Deir Ezzor o en Hasakeh, donde las milicias de las “Fuerzas Democráticas Sirias”, respaldadas por las fuerzas de ocupación estadounidenses controlan, o en la campiña de Homs, donde está el ejército sirio y las fuerzas aliadas, en un intento por parte de Daesh de asegurar nuevas fuentes de ingresos y no conformarse con imponer impuestos a los habitantes locales y a los transeúntes o a los camiones cargados de combustible.
Por otro lado, las operaciones militares llevadas a cabo por el ejército sirio en dirección al desierto no se detuvieron durante los últimos años, y las campañas militares en las que participan la aviación siria y rusa están en aumento, y a menudo resultan en la muerte de muchos miembros del grupo terrorista y la destrucción de sus sitios y escondites en la profunidad del desierto.
Pero lo cierto es que el peligro del grupo terrorista no desaparecerá pronto, sino que persistirá, e incluso podría aumentar, mientras las causas de su reactivación y suministro permanezcan presentes.
Además, se puede decir que las primeras señales del comienzo del colapso del grupo, como preludio para su eliminación a manos de las fuerzas del ejército sirio, serán evidentes cuando se retiren las fuerzas de ocupación estadounidenses y salgan de territorio sirio, ya que Washington es el principal garante de la vida y la continuidad de este grupo y otros grupos terroristas o separatistas.
De hecho, estos grupos son la vanguardia del “ejército” de Estados Unidos y su élite combativa y suicida que asegura su ocupación y permanencia en Siria. No abandonarán esta herramienta valiosa sino mediante la fuerza de la resistencia y la liberación.
Fuente: Al-Mayadeen