Damasco, 6 mar (SANA) Samir y Muhammad habrían vivido en Damasco, durante los últimos años del siglo XIX.
Samir era un cristiano enano y paralizado mientras Muhammad era musulmán y padecía de ceguera, cuando quiso el destino que los uniera con un fuerte vínculo de amistad.
Gracias a la luz en los ojos de Samir, Muhammad podría recorrer las estrechas calles de la milenaria ciudad de Damasco llevándolo a su espalda, mientras que el paralizado Samir no habría podido llegar a ninguna parte sin los pies de Muhammad.
Ambos complementaban uno al otro para hacer menos miserable su vida.
Los dos discapacitados eran huérfanos. Se hicieron familia uno del otro y tras su primer encuentro no se separarían nunca más.
Cuando Samir murió, Muhammad no podía soportar separarse de él, es decir quedarse sin ojos otra vez, y al cabo de una semana murió de dolor y tristiza.
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