Más allá del cinismo, si en algo no mintió la administración norteamericana en este caso es respecto a que Ucrania carece de municiones, y Estados Unidos y sus aliados no pueden saciar la “sed” de los militares de Kiev.
Damasco, 21 jul (SANA) Estados Unidos anunció, a inicios de este julio, un nuevo paquete de ayuda militar para Ucrania dentro del cual se incluyen las prohibidas bombas de racimo, y para analistas rusos como Dmitri Bavirin, esa es precisamente la línea roja que no se podía cruzar.
Las de racimo -mucho más peligrosas que las municiones con uranio empobrecido-, albergan en su interior una gran cantidad de pequeñas bombas, las cuales al ser lanzadas se esparcen por una superficie mucho mayor, y son muy efectivas contra las fuerzas vivas del enemigo y su técnica de combate.
El principal inconveniente que presentan es que muchas de estas pequeñas bombas no estallan y quedan en el suelo por años, por lo cual constituyen un grave peligro para la población civil.
Por eso muchas naciones, incluidos los aliados de Estados Unidos, las prohíben, no las fabrican, no las almacenan ni las exportan. Sin embargo, es prudente recordar que ni Estados Unidos, ni Ucrania, ni Rusia firmaron la convención que las prohíbe.
Europa Occidental y Canadá, aliados de Washington, no están de acuerdo con esa decisión, y lo manifestaron. El ejemplo más elocuente fue la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, quien todo el tiempo ha estado a favor de armar a Ucrania, y ahora mostró su desacuerdo con las bombas de racimo.
En Estados Unidos, organizaciones humanitarias y muchos dentro del partido demócrata de Biden también se opusieron. La provocación es tal, que muchos consideran que el resquebrajamiento del apoyo a Ucrania crezca porque no es de tipo político, sino moral, pues pueden ser afectados los civiles.
PELIGRO PARA TODOS
Las llamadas municiones de racimo de Estados Unidos pueden ser peligrosas hasta para el propio presidente Joe Biden, pues a pesar de todos los esfuerzos de su administración por pasar la entrega como una donación más, generó un gran escándalo.
Y, sin dudas, es un golpe para la posición internacional de Estados Unidos como para el propio mandatario, para quien las posibilidades de reelección se le escapan como el agua entre los dedos.
Para expertos en manejar la opinión pública, la administración de Biden hace todo lo posible a fin de demostrar que la decisión de suministrar a Ucrania las municiones de racimo deliberadamente inhumanas, fue para el jefe de Estado algo muy difícil, a lo cual tuvo que acceder “con dolor”.
Sin embargo, el mundo recuerda que Estados Unidos usó bombas de racimo en Iraq y Afganistán, y Biden, durante la mayor parte de su larguísima carrera, fue un político duro, un «halcón» en cuestiones de defensa y asuntos exteriores, vinculándose en este sentido con los republicanos.
Otro asunto es que hace cuatro décadas, Biden se pronunció en contra del suministro de este tipo de armas a Israel, precisamente por la “inhumanidad” de las mismas.
Empero, la realidad y la presión de sus socios en el complejo militar industrial le «obligó» a llegar a las posiciones de entregarle a Kiev ese tipo de armas, pues “Ucrania no tiene suficientes municiones para su contraofensiva ni para su defensa”, como justificó el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan.
En lenguaje más directo, para el mandatario la victoria militar de Ucrania en el enfrentamiento a Rusia se ha convertido en lo principal de su carrera política.
LA REALIDAD DE LA ESCASEZ DE MUNICIONES
Más allá del cinismo, si en algo no mintió la administración norteamericana en este caso es respecto a que Ucrania carece de municiones, y Estados Unidos y sus aliados no pueden saciar la “sed” de los militares de Kiev.
Por su parte el presidente ruso, Vladimir Putin, tachó de criminal el traspaso de municiones de racimo de Estados Unidos a Ucrania. Recordó que la propia jefatura de Washington ofreció, hace algún tiempo, en boca de sus empleados, una evaluación de estas y fueron calificadas como un crimen.
De acuerdo con Putin, esa decisión puede haber sido un trago amargo para Biden, y está dada por el preámbulo de una derrota, pues sólo se justifica por la escasez generalizada de municiones.
“Por los cálculos de los militares rusos, el ejército ucraniano gasta de cinco mil a seis mil proyectiles de 155 milímetros cada día, mientras que Estados Unidos fabrica 15 mil al mes. Ya no dan abasto, también en Europa escasean, así que no se les ocurrió nada mejor que ofrecer el uso de municiones de racimo», explicó el líder de la nación eslava.
Putin recordó que el ejército ruso rehusó hasta la fecha usar ese tipo de municiones en Ucrania, porque no era necesario, aunque en un momento determinado también sufrieron de cierta escasez de municiones; pero las cosas cambian, si las usan contra Rusia, en ese caso Moscú se reserva el derecho de actuar simétricamente», dijo.
Según el presidente, «Rusia dispone de suficientes reservas de municiones de racimo de diferente tipo», mucho más de las que puedan tener Washington y sus aliados.
Mientras, el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, dijo que ya se conoce que las bombas de racimo estadounidenses se encuentran en manos del ejército ucraniano, y por ello las Fuerzas Armadas rusas se verán obligadas a responder con el uso de armas similares si Ucrania las emplea, y existen serias razones para pensar que sí las utilizarán.
Por lo que la funesta decisión del presidente estadounidense, más allá de ser inhumana, puede llevar a consecuencias imprevisibles.
Por Germán Ferrás Álvarez, corresponsal jefe de la agencia Prensa Latina en Rusia