Entre otros cafés como Rawda, Brazil y Al-Kamal, el Havana (un café que lleva el nombre de la ciudad de La Habana, la capital cubana) era el que más fama tenía por haberse convertido durante décadas en un lugar de encuentro de gran número de intelectuales, escritores, pensadores, poetas, y políticos de izquierda, no solo sirios, sino también de otros territorios árabes.
Damasco, 13 jun (SANA) En pleno centro de esta milenaria ciudad, específicamente en la calle Porsaid, entre las emblemáticas plazas de Yussef Azzmeh y Al-Hijaz, se encuentra un café que lleva el nombre de la ciudad de La Habana, la capital cubana.
El Havana se fundó en 1945, en medio de la lucha ideológica y armada de los sirios por la independencia de su país del colonialismo francés, lograda un año después el 17 de abril de 1946.
Entre otros cafés como Rawda, Brazil y Al-Kamal, el Havana era el que más fama tenía por haberse convertido durante décadas en un lugar de encuentro de gran número de intelectuales, escritores, pensadores, poetas, destacadas figuras sociales y políticos de izquierda, no solo sirios, sino también de otros territorios árabes.
Entre la élite literaria que visitaba y redactaba sus obras en este lugar, estaba el gran poeta y satírico sirio Mohammed Al-Magout, los ilustres escritores iraquíes Badr Shaker Al-Sayab, Al-Qarawi y Muhammad Mahdi Al-Jawahiri, y el famoso poeta Muzaffar Al-Nawab; también era el lugar preferido de varios intelectuales y artistas egipcios como Ahmed Abdel-Moati Hijazi.
Prensa Latina estuvo en el “Havana” y conversó con varias personas, quienes coinciden en la importancia histórica y política del café que acogió el 7 de abril de 1947 la primera asamblea constituyente del Partido Árabe Socialista Baath, que gobierna en Siria desde 1963.
Zaki Al-Arzouzi, principal fundador y creador de la ideología panarabista y Baathista, se sentaba en aquella silla donde escribía sus ideas y se reunía con otros partidistas y políticos, afirma Qaisar Al-Ali Al-Mahin, un profesor retirado que visita el lugar desde el año 1965.
Asegura que tenía 16 años cuando frecuentaba el establecimiento, junto a otros jóvenes, para dialogar e intercambiar ideas.
Los cafés se convirtieron en centros de reunión para representantes de los partidos nacionales y una plataforma para las nuevas corrientes políticas e intelectuales que surgieron en Siria durante los años cuarenta y cincuenta, explica a Prensa Latina.
Mientras el abogado Samer Ramadan, de 55 años, confiesa que viene frecuentemente al lugar porque el ambiente tiene aroma de la historia de Damasco y le transmite una sensación de comodidad psicológica; sin embargo, dice que la función del café en la actualidad ha cambiado debido a la guerra.
Era el lugar donde se dialogaba sobre política y los sucesos importantes de Siria y el mundo, pero hoy los jóvenes vienen aquí a olvidarse de la política y desconectarse de la dura realidad que generó el conflicto, indicó.
Fuente: Prensa Latina