El monje sirio que pasó de ser rehén del yihadismo a arzobispo de Homs

Los terroristas me pidieron que me convirtiera al Islam con un cuchillo bajo la garganta…”detrás del terrorismo actual “hay una red política que utiliza todo para hacer el mal. No es una red directamente inspirada en el Islam, sino precisamente en un proyecto político”

Damasco, 10 ene (SANA) El monje sirio Jacques Mourad estuvo cinco meses cautivo por el Isis. De aquello hace casi ocho años. Ahora, ha sido elegido arzobispo de Homs (tercera ciudad más importante y poblada de Siria, después de Damasco y Alepo) por la Iglesia de su país, y tras el consentimiento del Papa Francisco.

Nacido en Alepo hace más de 53 años, tras ingresar en el Seminario de Charfet en el Líbano, se formó en Teología para posteriormente licenciarse en Liturgia. Ingresó en la Comunidad Monástica Siria de Deir Mar Musa Al-Abashi, de la que es cofundador. Allí hizo sus votos el 20 de julio de 1993 y fue ordenado un mes más tarde sacerdote.

Del año 2000 a 2015, fue responsable del convento de Mar Elian y de la parroquia de Qaryatayn. Fue en este último destino donde el 21 de mayo de 2015 fue secuestrado por los yihadistas en el monasterio de Mar Elian.

Tras el secuestro, permaneció en los monasterios filiales de Cori (Italia) y Sulaymanyah (Irak). De regreso a Siria en 2020, era hasta ahora superior adjunto y ecónomo de la Comunidad Mar Elian.

Así vivió el monje sirio su secuestro

Jacques Mourad decidió relatar su experiencia como preso en el libro ‘Un monje secuestrado. El combate por la paz de un prisionero de los yihadistas’, escrito junto con el periodista Amaury Guillem, publicado en España por Ediciones Palabra S.A, en 2019. En esta publicación, explica cómo vivió estos cinco meses de rehén yihadista en Siria, y que resumió como una experiencia espiritual.

Fue el rezo del Rosario lo que le ayudó a salir adelante, pero también las enseñanzas del activista y sacerdote jesuita italiano Paolo Dall’Oglio, secuestrado en Siria desde julio de 2013. De aquellos días de violencia, acoso, privaciones y torturas psicológicas y físicas, el padre Jacques Mourad recuerda que, tras los tres primeros meses de cautiverio en Raqqa, lo trasladaron a una prisión cerca de Palmira y se reunió con 250 cristianos de su comunidad. Le dijeron que los llevarían de vuelta a Quaryatein, que serían sometidos a una serie de duras prohibiciones, pero que podrían volver a celebrar misa porque no habían portado armas contra los musulmanes.

“Comprendí sobre todo que quienes deciden no practicar la violencia pueden, con su elección, cambiar la actitud de quienes están acostumbrados a llevar armas”, declaró en una entrevista concedida a Vatican News. “Nos salvamos por nuestra vocación de cristianos, testigos de la paz”, sostiene.

“Pidieron que me convirtiera al Islam con un cuchillo bajo la garganta”

A su juicio, el recién nombrado arzobispo de Homs detrás del terrorismo actual “hay una red política que utiliza todo para hacer el mal. No es una red directamente inspirada en el Islam, sino precisamente en un proyecto político”, asegura.

El clérigo también dijo que los cristianos deben “cancelar esta forma de pensar, inspirada por cierta propaganda, según la cual todo musulmán es un terrorista”, y añadió que hay “necesidad de más humildad y claridad en nuestras vidas y en nuestra relación con los demás. Hay que leer profundamente el Evangelio para vivirlo bien”.

Los yihadistas le pidieron que se convirtiera al Islam clavándole un cuchillo bajo la garganta, pero de las páginas del diario de su encarcelamiento emerge la paz interior, la energía y la serenidad que le proporcionaba la oración.

“Puedo decir que recibí dones de Dios en el mismo momento en que vivía mi encarcelamiento. No puedo olvidar la fuerza, el coraje, que me permitieron mirar a la cara a esos yihadistas y transmitirles el amor de Jesús. En esas situaciones Dios me dio sobre todo el don de la sonrisa, y eso era algo que inquietaba a mis carceleros. Se preguntaban cómo era posible que un prisionero sonriera, y ni siquiera yo podía explicar de dónde sacaba las fuerzas. En cuanto empecé a rezar el Rosario desapareció todo el dolor, todo el miedo”, ha narrado.

Fuente: Vatican News

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