Al ocupar el Despacho Oval, los vientos eran favorables para el nuevo gobernante pues su partido mantuvo la mayoría en la Cámara de Representantes en los comicios de 2020, y logró ganar la supremacía en el Senado por primera vez desde 2012.
Damasco, 20 dic (SANA) Cuando en enero de 2021 Joe Biden llegó a la Casa Blanca, numerosos analistas vaticinaron que su entendimiento con el Congreso de Estados Unidos duraría solo hasta las elecciones de medio mandato al año siguiente.
Al ocupar el Despacho Oval, los vientos eran favorables para el nuevo gobernante pues su partido mantuvo la mayoría en la Cámara de Representantes en los comicios de 2020, y logró ganar la supremacía en el Senado por primera vez desde 2012.
No obstante, según las tendencias históricas de los últimos tiempos, al menos una de las dos cámaras de la legislatura bicameral suele estar en contra del mandatario en algún momento de su administración y, con Biden no había indicios de que las cosas serían diferentes.
En los sufragios de mitad de periodo, devenidos en una especie de referéndum al presidente de turno, podría entonces la ciudadanía demostrar qué tan bien o mal se desempeñó hasta 2022 el líder en cuestión.
El primer gran obstáculo para el demócrata fue la caída pronunciada de su popularidad tras la decisión de retirar de manera desordenada las tropas estadounidenses de Afganistán.
Su nivel de aprobación se hundió por debajo del 50 por ciento a mediados de 2021 y permaneció en caída libre desde entonces hasta alcanzar apenas poco más de un 30 por ciento en el primer cuatrimestre de 2022.
A la par de dicho rechazo, crecían los índices de precios al consumo en el país que, en julio de este año, subieron a su mayor nivel en cuatro décadas con el 9,1 por ciento.
Sumado a eso, los detractores políticos de Biden relacionaban el incremento de la llegada de migrantes en la frontera sur con el aumento de la criminalidad en la nación, y achacaban el crecimiento de la violencia a la inacción del mandatario sobre ese tema.
Con semejante panorama, todo parecía indicar que en noviembre de este año se confirmaría la tendencia histórica de un resultado muy desfavorable para el gobernante.
Sin embargo, otros factores entraron en juego y, a la postre, el Partido Demócrata mantuvo el Senado y perdió por muy pocos escaños la supremacía en la Cámara de Representantes.
ABORTO Y DEMOCRACIA TAMBIÉN EN LA BOLETA
Si antes la economía constituyó un indicador suficiente para intentar vaticinar los resultados de las elecciones intermedias de Estados Unidos, en esta debieron sopesarse además el impacto de las limitaciones del derecho al aborto introducidas en el país y la percepción de que la democracia se tambalea después del ataque del Capitolio en enero de 2021.
Tras asimilarse como una prerrogativa constitucional incuestionable durante los últimos 50 años, el Tribunal Supremo, de mayoría conservadora, derogó las protecciones federales a la interrupción voluntaria del embarazo y provocó el enojo de buena parte de las mujeres de la nación.
Con eso hizo campaña entonces el bando demócrata, que prometió defender la práctica del procedimiento a toda costa, lo mismo en el Congreso que en las competencias inherentes a los gobernadores.
Otro polémico tema fue la defensa de la democracia, lacerada a los ojos de la ciudadanía después de que una turba intentara detener, en el mismo Capitolio, la certificación de la victoria del presidente legítimamente electo.
A esa imagen imborrable del 6 de enero de 2021 apelaron también los acólitos de Joe Biden al invocar todo lo desfavorable que podría acarrear la victoria de los “ahijados” políticos del expresidente Donald Trump (2017-2021), quien alentara a sus correligionarios a desconocer el éxito del demócrata.
Además, el incremento de la violencia política, nacida fundamentalmente de los sectores de extrema derecha, matizó igualmente el escenario y pudo contribuir a que la balanza se inclinara menos hacia los conservadores, acorde con analistas.
Un repaso del resultado de las elecciones, sin embargo, muestra cuánto ayudó a la administración actual la intervención de Trump en carreras políticas claves.
Pese a tener un gran número de seguidores, la del magnate estuvo lejos de ser la mano de Midas porque muchas de sus apuestas de más alto perfil se perdieron, como el candidato a senador Mehmet Oz en Pensilvania, o la aspirante a gobernadora Kari Lake y el pretendiente a la Cámara Alta, Blake Masters, ambos por Arizona.
Acorde con las últimas proyecciones de la cadena de noticias NBC News, se malograron 12 de las 13 contiendas donde un negador de los resultados de las elecciones de 2020 estaba en la boleta para gobernador, secretario de estado o fiscal general en seis estados disputados.
Concluyeron entonces los expertos que Biden sacó ventaja del desfavorable saldo de Trump, cuya intromisión devino en una mala influencia sobre la dirección y la marca del Partido Republicano.
Algo hizo el mandatario no obstante a fin de ganar votos y puede mencionarse aquí el plan para aliviar las deudas causadas por los préstamos estudiantiles y la Ley para la Reducción de la Inflación, que entrará en vigor a partir de 2023.
Algunos de los objetivos de la legislación es recaudar 739 mil millones de dólares y reducir así el déficit fiscal de la nación, y busca además el establecimiento de un impuesto mínimo del 15 por ciento a las corporaciones.
En resumen: tras el 8 de noviembre los de la tolda azul lograron conservar el Senado, mientras que de los 435 asientos de la Cámara de Representantes pasaron a manos republicanas 222, dejando a sus contrarios 213, nueve menos de los que tenían cuando entraron en la disputa.
¿Y AHORA?
Con la Cámara Baja controlada por los conservadores, los dos años que le restan al actual mandato de Joe Biden no estarán exentos de obstáculos.
Además de cuestionar las disposiciones ya tomadas por la administración, esa instancia legislativa buscará implementar una agenda propia, en este caso un plan al que titularon Compromiso con Estados Unidos.
La estrategia busca rebajar el gasto público para disminuir la inflación -sin especificar las vías-, detener a más inmigrantes en la frontera sur, aumentar la libertad de los padres para elegir escuela y mantener las políticas que restringen el aborto, según divulgaron.
No obstante, el mayor riesgo enfrentado por los liberales es la posibilidad de que sus oponentes intenten enjuiciar políticamente al secretario de Seguridad Nacional Alejandro Mayorkas, al fiscal general Merrick Garland, e incluso al propio mandatario, como algunos de los miembros del Congreso sugirieron que harían.
Aun cuando no toman el mazo, algunos legisladores se aprestan a hurgar en los negocios de Hunter Biden, hijo del gobernante, quien estuvo bajo investigación federal por posibles infracciones fiscales relacionadas con su trabajo en países extranjeros.
Tras estas últimas elecciones, en las que Trump resultó perdedor y Biden no ganó, el éxito más rotundo se la atribuyen los expertos al gobernador de Florida, Ron DeSantis.
El republicano logró un segundo mandato por un margen de alrededor de 20 puntos, en un estado que, hasta el momento de su victoria, todavía se consideraba un campo de batalla, aunque de tendencia conservadora.
Ahora mismo, alertan los entendidos, es considerado el rival más serio de Trump entre los conservadores, si ambos deciden entrar en la carrera presidencial de 2024.
Fue un año en el que los resultados de los comicios intermedios revelaron la creciente polarización en torno a los dos bandos políticos más importantes del país, y en el cual se pusieron de relieve las alarmantes contradicciones que desde algún tiempo coexisten en la sociedad estadounidense.
Por Ivette Fernández
Redacción Norteamérica de la agencia Prensa Latina