El 2022 comenzó bajo el signo de la guerra en Europa, donde la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) liderada por Estados Unidos, incrementó su presencia militar así como sus operaciones bélicas en las fronteras con Rusia, a la vez que atizó el conflicto entre ese país y Ucrania.
Damasco, 10 dic (SANA) El 2022 comenzó bajo el signo de la guerra en Europa, donde la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) liderada por Estados Unidos, incrementó su presencia militar así como sus operaciones bélicas en las fronteras con Rusia, a la vez que atizó el conflicto entre ese país y Ucrania.
Esas provocadoras acciones, motivadas en gran medida por los intereses hegemónicos de Washington, tanto geopolíticos como de carácter económico, amenazan de manera sensible no solo la seguridad nacional rusa sino la estabilidad regional, a la vez que ponen en riesgo la paz mundial.
En 2007 el presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó durante la Conferencia de Seguridad de Múnich que con su expansión, violando sus promesas, la OTAN amenazaba a su país y reducía el nivel de la confianza mutua.
La preocupación del Kremlin fue ignorada y poco después, en 2008, la Alianza comenzó oficialmente el proceso para sumar a Ucrania, nación limítrofe con la Federación de Rusia. Con tal propósito, entre otros, en 2014 las potencias occidentales promovieron un golpe de estado en Kiev.
Desde inicios de 2022, Estados Unidos comenzó a desplegar miles de efectivos militares en Europa Oriental y la amenaza a la seguridad nacional rusa se intensificó.
En la madrugada del 24 de febrero Moscú inició una operación militar especial en la región autónoma de Donbass luego de que las autoridades de las Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL) solicitaron ayuda para repeler la agresión de Kiev.
Según Putin, el propósito era proteger a la población de esa región, así como “desmilitarizar” y «desnazificar» a Ucrania.
El 25 de febrero la OTAN informó que desplegaría más tropas terrestres en la frontera con Rusia, incluyendo medios aéreos y marítimos, así como que, por primera vez, activaría sus Fuerzas de Respuesta Rápida.
Con el objetivo de esclarecer la verdadera naturaleza de la Alianza Atlántica, sus actuales acciones y el papel que juega Washington, entrevistamos al doctor en Ciencias Nelson Roque Suástegui, profesor titular y especialista en temas militares europeos del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI).
Prensa Latina (PL): Doctor Nelson Roque, quisiéramos que nos hable acerca de los verdaderos objetivos geoestratégicos políticos y militares que llevaron a la creación de la OTAN.
Nelson Roque (NR): La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), fue fundada el 4 de abril de 1949 en un contexto en el que la Unión Soviética era considerada el único enemigo potencial del capitalismo global, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial cuatro años antes.
Según el texto público del Tratado de Washington o Tratado de la OTAN, los objetivos de esta organización son «salvaguardar la libertad, el patrimonio común y la civilización de sus pueblos», así como «garantizar, mediante la defensa colectiva la preservación de la paz y la seguridad».
Pero aún cuando el tratado no hace alusión a ningún enemigo en específico, estaba claro que, según los criterios estadounidenses y europeos, la amenaza a la paz y la estabilidad en el área y en el mundo provenía de la Unión Soviética.
Se trataba de una nación socialista a la cual las potencias capitalistas no pudieron ahogar cuando trataba de establecerse, ni evitar que venciera indiscutiblemente al fascismo alemán y al imperio japonés en ese conflicto bélico.
Un objetivo no escrito y de mayor alcance estratégico para Estados Unidos era introducirse en la economía europea, así como neutralizar la creación en el viejo continente de un polo de poder militar que pudiera hacerle la competencia a largo plazo.
PL: ¿Cómo se explica que tras la desaparición de la URSS y por ende del argumento de esa supuesta amenaza, se amplió la membrecía de la alianza militar y se reformularon sus objetivos, con la participación en conflictos fuera del teatro de operaciones europeo?
NR; Estados Unidos hizo una gran inversión a largo plazo en una poderosa organización que respondió durante largo tiempo a sus intereses en Europa y no tenía ninguna intención de disolverla, pues podía servirle para cumplir otros objetivos estratégicos en el área atlántica y más allá.
Entre los cambios ocurridos en la estrategia y en los llamados principios de la organización está el considerar que la inestabilidad o los conflictos fuera de las fronteras de los países de la OTAN, pueden amenazar directamente la seguridad de la Alianza.
Un ejemplo muy claro fue el de la guerra contra Afganistán, donde Estados Unidos demandó la participación del boque militar al activar por primera y única vez hasta el momento el artículo cinco del Tratado de Washington, el cual establece que un ataque contra uno de los Aliados se considerará un ataque contra todos.
La ampliación de la membrecía responde a la estrategia de que la organización sea más poderosa, con más bases, más puertos, más aeropuertos, más frentes para desplegar sus fuerzas en el teatro de operaciones europeo, y que a la vez compre más armamentos en beneficio del Complejo Militar Industrial estadounidense.
Como objetivo principal la OTAN se plantea entonces sumar países que fueron repúblicas soviéticas o miembros del llamado campo socialista para contraponerlos a Rusia, heredera del poderío militar soviético y, aunque capitalista, con una política independiente para nada subordinada a los designios del imperio.
También se propuso ser una organización global agrupando países en diferentes áreas del mundo como asociados. De esta manera, entre los 30 miembros y sus asociados suman más de 70 las naciones involucradas de una u otra forma con la OTAN, entre ellas Brasil y Colombia.
PL: ¿Es percibido por los cabecillas de la OTAN, y en particular por Estados Unidos, el desarrollo por la Unión Europea de su propio sistema de defensa regional anunciado a fines de 2021 como una amenaza para el futuro de esa Alianza?
NR: Los líderes de la Unión Europea desde hace tiempo se dieron cuenta de que Estados Unidos los utiliza para resolver problemas que garantizan sus propios intereses, como ocurrió con la guerra del Golfo y la posterior ocupación de Iraq.
Otro ejemplo lo tenemos en la intervención durante 20 años en Afganistán, de donde el Pentágono y la OTAN se retiraron recientemente tras lo que muchos analistas consideran una derrota.
Estados Unidos no ve con buenos ojos la creación de una fuerza paralela a la OTAN, aunque no lo expresa abiertamente, sino que utiliza otros mecanismos para conjurar una posible competencia.
PL: Recientemente el canciller ruso, Serguéi Lavrov, señaló que tras el fin de la Guerra Fría la Alianza Atlántica pasó a tener un carácter más ofensivo. ¿Cómo valora las actuales acciones de la OTAN contra Rusia percibidas por Moscú como una amenaza a su seguridad?
NR: En 1990, los representantes estadounidenses aseguraron verbalmente al entonces líder soviético, Mijaíl Gorbachov, que la OTAN no crecería hacia el Este.
Sin embargo, desde 1999 hasta la fecha la Alianza sumó a Hungría, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Croacia, Albania, Montenegro y Macedonia del Norte.
Desde 2008, la OTAN había aprobado un plan para preparar la entrada futura de Ucrania a la Alianza durante el gobierno instalado después de la “revolución naranja” de 2004.
En 2014 Estados Unidos, apoyado por la Unión Europea, promovió un golpe de Estado contra el entonces presidente ucraniano, Víctor Yanukovich, quien rehusó participar en cualquier alineación militar al asumir la presidencia.
La población de la península de Crimea mayoritariamente se pronunció contra ese golpe de Estado y reclamó la reincorporación de dicho territorio a Rusia nuevamente, lo cual sucedió tras un referéndum cuyos resultados Moscú aceptó y que llevó a proclamar esa región como una república rusa.
Por otra parte, contra las provincias ucranianas de Donetsk y Lugansk, cuya población es mayoritariamente de origen ruso, Kiev desató una guerra fratricida que ha costado miles de vidas.
Las relaciones Rusia-OTAN se deterioraron, la Alianza cerró definitivamente todo tipo de vínculos con el Kremlin y comenzó a aumentar sus tropas cerca de la frontera rusa, que pasaron de unos 13 mil a más de 45 mil efectivos.
El inicio de las acciones militares se relaciona con la protección de Moscú de aquellos que han tomado a Ucrania como rehén y están tratando de usarla contra Rusia y su gente.
Resulta inaceptable la continua expansión de la Alianza hacia el este por el peligro que representa para la seguridad nacional rusa la intención de Kiev de ampliar su militarización y dotarse de armas nucleares.
Las provocaciones de la OTAN contra Rusia llegaron a límites inadmisibles lo cual representa un grave peligro, porque una equivocación de cualquier parte puede desencadenar una confrontación de magnitud imprevisible.
Podemos considerar a la OTAN como un instrumento imperial de Estados Unidos para tratar de mantener su hegemonía, cuyas acciones constituyen una amenaza para la seguridad europea y mundial.
Por Oscar Julio
Periodista de la Redacción Europa de la agencia Prensa Latina