Si Lula da Silva gana las elecciones presidenciales el próximo 2 de octubre, ya serían cinco las economías más grandes de América Latina las que estén comandadas por líderes de izquierda: Brasil, Argentina, México, Chile y Colombia. Un hecho trascedente si se toma en cuenta que Washington pierde cada vez más hegemonía en la región.
Damasco, 8 sep (SANA) Si Lula da Silva gana las elecciones presidenciales el próximo 2 de octubre, ya serían cinco las economías más grandes de América Latina las que estén comandadas por líderes de izquierda: Brasil, Argentina, México, Chile y Colombia. Un hecho trascedente si se toma en cuenta que Washington pierde cada vez más hegemonía en la región.
Durante la pandemia de coronavirus, América Latina recibió millones de vacunas del extranjero. Los Gobiernos de la zona confiaron en que, la mayoría, se importaría desde Estados Unidos, su gran aliado estratégico. La historia, sin embargo, fue distinta. Casi el 50% de la población latinoamericana —incluyendo las naciones del Caribe— fue inoculada con dosis fabricadas por China y Rusia, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El dato es un botón de muestra del gran avance que han tenido los rusos y los chinos en Latinoamérica, una región que, coloquialmente, ha sido conocida como “el patio trasero” de Estados Unidos.
El acercamiento de Moscú y Pekín a la región lleva ya varios años sucediendo, pero puede ser acelerado debido al gran poder que ha adquirido la izquierda en las economías latinoamericanas, aseguran en entrevista expertos consultados por Sputnik.
“El avance de las diferentes izquierdas [que existen en América Latina] ha coincidido con un proceso paulatino de debilitamiento de la presencia estadounidense en la región. Es cierto que Washington todavía tiene espacios importantes y algunos bastiones en Latinoamérica, pero la realidad es que se ha ido alejando y ha perdido espacios de poder que han aprovechado China y Rusia”, observa en entrevista el internacionalista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Eduardo Rosales, quien es experto en análisis político latinoamericano.
Los intercambios comerciales entre China y América Latina han tenido un crecimiento sostenido en el último lustro. Según datos oficiales de la República Popular China, en 2021 el comercio entre el país asiático y la región se incrementó en un 41,1% respecto al 2020.
Se trata de un valor histórico que significó transacciones por más de 450.000 millones de dólares, posicionando a Pekín como el segundo socio comercial de América Latina y el Caribe después de Estados Unidos. En el 2000, el intercambio comercial entre ambas partes fue de 10.000 millones de dólares. El crecimiento ha sido exponencial.
“Estados Unidos ha ido perdiendo la brújula en Latinoamérica, sobre todo en los últimos años, porque se ha embarcado en confrontaciones estériles [con otros países, como Afganistán, China o Rusia] sin entender que el mundo ya no es unipolar. Estados Unidos no acepta el surgimiento de China como potencia ni el resurgimiento de Rusia como potencia. Recordemos que hasta hace algunos años, Latinoamérica era su esfera de influencia, su patio trasero, pero las cosas cambian”, analiza Rosales, quien también cuenta con estudios internacionales en la Atlantic International University.
“Ya no somos el patio trasero de EEUU”
Andrés Manuel López Obrador en México. Gabriel Boric en Chile. Alberto Fernández en Argentina. Gustavo Petro en Colombia. Nicolás Maduro en Venezuela. Luis Arce en Bolivia. Xiomara Castro en Honduras. Miguel Díaz-Canel en Cuba. Y, posiblemente —si las encuestas son atinadas— Lula da Silva en Brasil en un mes. Todas ellas son izquierdas diferentes. Algunas, las más radicales, como la de Maduro o la de Díaz-Canel, son consideradas enemigas de la democracia por Washington. Otras, en cambio, mantienen una cooperación con los norteamericanos, aunque ya no en los viejos términos. De algún modo, dicen los especialistas, el avance de la izquierda latinoamericana puede ser visto, simbólicamente, como un grito: “¡Ya no somos el patio trasero de Estados Unidos!”.
La preocupación entre los círculos de poder occidentales por el ascenso de los líderes progresistas de la región es real. En agosto pasado, el diario alemán Welt publicó un artículo titulado: El deslizamiento hacia la izquierda: un problema creciente para Europa. Según el medio, la tendencia izquierdista latinoamericana sólo beneficia a un país: China.
“El hecho de que las cinco economías más importantes de América Latina puedan ser pronto gobernadas por la izquierda refleja también la gran desconfianza que existe hacia Europa y Estados Unidos. Una evolución que China está aprovechando hábilmente para sus propios fines”, reflexiona el autor del artículo, Von Tobias Käufer.
El canciller mexicano Marcelo Ebrard y el embajador chino Zhu Qingqiao – Sputnik Mundo, 1920, 14.07.2022
América Latina
Alianzas estratégicas
Y es que hay dos tesoros que las grandes potencias anhelan de América Latina: los recursos naturales y la mano de obra. Ese fue uno de los temas principales que se abordaron en la IX Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (Clacso), celebrada en la Ciudad de México. Allí, el sociólogo brasileño Boaventura de Sousa Santos hizo una advertencia: ante el ascenso del imperialismo y el término de un periodo de globalización, se espera un enfrentamiento comercial y político severo entre Washington y Pekín. En esa guerra, dijo, América Latina debe defender sus recursos naturales y sus riquezas desde las calles.
“Desde el 2000, China ha aumentado su flujo de inversión directa, aunque ésta varía según los intereses que tienen los chinos. Con Argentina, por ejemplo, han aumentado su presencia por el tema de la carne. El caso de Chile también es importante, porque China es su mayor socio comercial en el mundo, pues es el comprador del 37,2% de las exportaciones. La principal materia prima que Chile exporta a China es el cobre”, explica Rodrigo Águila, analista financiero de Rankia Chile y gestor de capitales con estudios en la Escuela de Negocios de Harvard.
Además, destaca que Pekín no busca invertir en todas las áreas productivas. Sus inversiones, dice, son muy estratégicas, en áreas donde Estados Unidos no ha avanzado en la región, como energías renovables, agua potable o sector tecnológico. Y por supuesto está otra área que ha sido escenario protagónico de la guerra comercial entre China y Estados Unidos: la industria automotriz.
“Para Argentina, China en este momento representa la esperanza ante una situación muy precaria a nivel macroeconómico que está sufriendo. Y es muy cierto que, ene se problema, Argentina no ha tenido mucho apoyo de Estados Unidos por su incumplimiento [de pago al FMI]. Eso lo ha aprovechado China, convirtiéndose en un gran inversor, en un gran socio. Por eso Argentina lo ve como un posible salvavidas”, asegura el especialista.
De hecho, el embajador argentino en Pekín, Sabino Vaca Narvaja, informó que el país sudamericano ya solicitó al gigante asiático su ingreso a los BRICS, bloque económico integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
“Es una excelente alternativa de cooperación frente a un orden mundial que ha demostrado estar creado por y para beneficio de unos pocos”, declaró el diplomático, en momentos en que Argentina se enfrenta a una larga deuda y a una inflación del 70%.
Fuente: Sputnik