Tawfiq, el primer peladillero, hacía estos azucaritos multicolores dentro de ollas de cobre bajo los cuales se encendía el fuego con carbón, antes de que esta industria se desarrollara gradualmente a través del uso de electricidad y gas doméstico.
Damasco, la ciudad que hace dulces e historias inmortales a partir del azúcar, cuyas calles se llenan cada hora y cada día de alegría y amor en un mensaje al mundo de que seguirá siendo la ciudad del amor y la paz hasta el fin del mundo.
Damasco, ago (SANA) Muchos rincones de Siria merecen ser visitados por los viajeros, entre ellos, la ciudad vieja de Damasco, especialmente sus mercados antiguos, como el histórico zoco Bzuriyah (Mercado de Especias) ubicado al sur de la Mezquita Omeya dentro de la antigua ciudad amurallada de Damasco.
Las callejuelas de este emblemático mercado se adornan con miles de olores, sabores y colores que reflejan una antigua historia culinaria y cultural de una ciudad milenaria, parecida a las Mil y Una Noches.
Las peladillas (almendras revestidas del azúcar) representan uno de los dulces más típicos de Damasco y llegaron a los mercados mundiales y se han convertido en el regalo de Siria al mundo.
Al-Mulabas o “huevos de paloma” como lo llaman los sirios es el más presente en ocasiones sociales y fiestas religiosas, especialmente en la celebración por el natalicio del Profeta Mahoma.
La manufactura de las peladillas en Damasco se remonta a 1920, gracias a Tawfiq Qabbani, padre del afanado poeta sirio Nizar Qabbani, quien era dueño de la única fábrica de Al-Mulabas cerca de su casa en el Viejo Damasco donde los peladilleros que mantienen la tradición de elaborarla, afirman que Tawfiq fabricaba estos azucaritos multicolores dentro de ollas de cobre bajo los cuales se encendía el fuego con carbón, antes de que esta industria se desarrollara gradualmente a través del uso de electricidad y gas doméstico.
¨Durante cincuenta años, nos protegió con sus pestañas, nos alimentó con almendras y azúcar, nos cantó canciones antes de dormir, nos llevó a la escuela por las mañanas, nos dio peladillas y chocolates cuando volvíamos”, fueron las palabras que compuso Nizar Qabbani en una poesía de su padre en referencia a su pasión por las peladillas que los acompañó en su infancia.
Grandes vitrinas que exhiben Al-Mulabas Damasceno con sus colores blanco, rosado y azul celeste atraen a los mayores más que a los menores, pues los damascenos dominaron de manera artística y sin par vestir las almendras con azúcar y las rociaban con agua de rosas por lo que le dieron el nombre de Al-Muulabas en relación con el verbo árabe “labesa” que significa vestirse.
Una de las tradición damascena más famosas son las “bolsas de peladillas”, donde se distribuyen a los invitados de una boda o fiesta y sobre todo en los Mawalid (celebración del natalicio de un personaje de especial trascendencia, especialmente del profeta Mahoma) ..
Las almendras confitadas suelen adornar las típicas bandejas navideñas donde se convierte en uno de los dulces de la Navidad por excelencia, y además fue un elemento principal en las bodas gitanas donde los invitados rociaban con lluvia de peladillas a los novios por su color blanco que simboliza la pureza y por su forma de pequeños huevos que también invocan la fertilidad de la pareja, puesto que en las creencias de los gitanos se ofrenden cinco o un número impar de esas golosinas, y así la pareja debe permanecer unida.
Damasco, la ciudad que hace dulces e historias inmortales a partir del azúcar, cuyas calles se llenan cada hora y cada día de alegría y amor en un mensaje al mundo de que seguirá siendo la ciudad del amor y la paz hasta el fin del mundo.
ws/fm