Damasco, 19 feb (SANA) Las primeras expresiones del militarismo y el armamentismo son identificadas con la aparición del Estado y las sociedades divididas en clases antagónicas, valoró el académico cubano Leyde Ernesto Rodríguez Hernández.
“El militarismo es un rasgo estructural esencial mediante el cual el imperialismo estadounidense se inserta en el sistema internacional.”
James Petra, politólogo y académico de Estados Unidos.
Este fenómeno tiene raíces remotas. Tomó su mayor auge con la expansión del Complejo Militar-Industrial estadounidense en la época de la segunda posguerra mundial y en los últimos decenios consumió la mayor parte de los recursos del planeta, afirmó el doctor en Ciencias Históricas, profesor titular y vicerrector de Investigación y Posgrado del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García durante un panel sobre el tema.
El líder ruso Vladimir I. Lenin manifestó que “el militarismo moderno es el resultado del capitalismo. Es, en sus dos formas, una ‘manifestación vital’ del capitalismo: como fuerza militar utilizada por los estados capitalistas en sus choques externos y como instrumento en manos de las clases dominantes.”
Un ejemplo palmario es que los gastos militares a escala mundial aumentaron en 2019 un cuatro por ciento en comparación con el año anterior, impulsados en gran parte por el significativo crecimiento del presupuesto de Estados Unidos destinado a esa esfera, cuyo gasto subió en un 6,5 por ciento, lo que significó un incremento de 53 mil 400 millones de dólares hasta alcanzar el total de 684 mil 600 millones.
Pero, para dejar atrás a Donald Trump, su sucesor en el cargo, el presidente JoeBiden firmó el 27 de diciembre de 2021 la ley que recoge el aumento de gasto en Defensa para el 2022, un presupuesto de 768 mil 200 millones de dólares que refleja la nueva política de Washington para abandonar Afganistán y centrar sus esfuerzos contra China y Rusia.
En el caso de Trump, el objetivo respondía a que quería convertirlo en una “baza de negociación” de su plan para expandir las oportunidades económicas estadounidenses en el mundo basadas en la exportación de productos y la captura de los mercados, en opinión de Petra.
Sin duda, el militarismo estadounidense en el siglo XXI continúa impulsado por un Complejo Militar-Industrial cada vez más imponente, cuya justificación yace en su amañada doctrina de seguridad nacional y belicosas estrategias político-militares patrocinadoras de la denominada disuasión nuclear.
Estas doctrinas militaristas representan una gran amenaza para la diplomacia mundial en el ámbito multilateral, así como para las relaciones entre los Estados, en un sistema internacional planetario e interdependiente en pugna transicional hacia la multipolaridad.
El Complejo Militar-Industrial es un concepto que se aplica a los intereses económicos del ramo dedicados al armamentismo y a una política militarista o imperialista. Su divulgación se realizó a partir de un discurso del presidente estadounidense Dwight Eisenhower al terminar su mandato en 1961.
El académico RodrigueTremblay, profesor emérito de Economía en la Universidad de Montreal, en una aproximación al tema señaló que muchos integrantes de los gobiernos estadounidenses son partes importantes de la penetración de la industria armamentista en los círculos de poder político y como tal promocionan a esa “industria”.
Los ataques del 11 de septiembre de 2001 llevaron al desarrollo de cada vez más sofisticados armamentos para trasladar la guerra a “los más oscuros rincones del planeta”, como aseveró el presidente George W. Bush (2001-2009) al justificar una supuesta lucha contra el terrorismo.
Necesita el Complejo Militar-Industrial muchas y sucesivas contiendas para prosperar. El equipamiento viejo tiene que ser reparado y reemplazado cada determinado tiempo si hay una guerra en marcha, opinó Tremblay.
Existen cinco pilares:
1.El sistema militar estadounidense
Se estima que los gastos militares estadounidenses se aproximan a la mitad de los desembolsos militares mundiales (48 por ciento del total en 2005, según cifras oficiales), a pesar de que la población norteamericana representa menos del cinco por ciento de la del orbe y alrededor del 25 por ciento de la producción total del planeta.
Estados Unidos consolidó aún más su liderazgo mundial con un gasto de 778 mil millones de dólares, un 4,4 por ciento más, lo que le permite subir un punto porcentual su cuota de la inversión militar global hasta el 39 por ciento.
El aumento del gasto estadounidense, que supera al menos a nueve de los siguientes países en conjunto, se debe a la «gran inversión» en investigación y desarrollo, y proyectos a largo plazo como la modernización del arsenal nuclear y compra de armas a gran escala, según denotan organismos seguidores del problema.
De esa forma, el negocio armamentista es grande y se supone que un bloque de unos 60 millones de votantes estadounidenses posee intereses financieros en el sistema militar de su país y reciben cheques de esa procedencia.
2.Los contratistas de la defensa privada
El militarismo en la nación norteña se basa en muchos contratistas, pero especialmente en cinco grandes empresas: Lockheed Martin, Boeing, NorthropGrumman, Raytheon y General Dynamics, a las que siguen Honeywell, Halliburton, BAE System y miles de compañías y subcontratas de defensa más pequeñas.
3.El sistema político
Muchos de los gobernantes del país personifican la imagen de políticos consagrados al crecimiento y desarrollo del Complejo Militar-Industrial, el negocio se justifica y casi las dos terceras partes de todas las armas exportadas en el mundo salen de Estados Unidos.
4.Los “thinktanks” del sistema
Los asesores y los aduladores que se hallan detrás de la economía orientada hacia la guerra forman una red entrelazada de los denominados “thinktanks” con sede en Washington, financiados por ricas fundaciones que están exentas de impuestos y que tienen miles de millones de dólares de activos.
5.El establishment de la “propaganda”
Los propagandistas de la economía a favor de la guerra se encuentran fundamentalmente en la industria derechista de los medios de comunicación estadounidenses. Esto se debe a que la venta de políticas orientadas hacia la guerra requiere la pericia que sólo una bien engrasada máquina de propaganda puede proporcionar y, en este campo, la televisión, con la Red Fox de Noticias de Rupert Murdoch, es invencible.
EL PENTÁGONO
Muchos expertos estiman que ese enclave y los que trabajan en él son parte importante del llamado Estado profundo -el gobierno paralelo secreto organizado por los aparatos militares y de inteligencia que dirige la política exterior y de seguridad de la Casa Blanca.
Un estudio realizado por Patterson Deppen, miembro del consejo editorial de E-International Relations, mostró que Washington cuenta con más de 750 importantes bases militares implantadas en al menos 81 países, que cubren todos los continentes y están desde Honduras hasta Australia, Japón, Irak y Qatar, Alemania e Italia.
Pero el estudio dejó por fuera varias formas de presencia militar que no se ajustaban a ellas, como puertos pequeños, complejos de reparación, almacenes, estaciones de servicio e instalaciones de vigilancia controladas por los estadounidenses.
Otros elementos se suman al militarismo norteamericano, ellos son las siete flotas desplegadas alrededor de todo el mundo y los comandos militares dirigidos hacia todas las zonas geográficas.
Pese a la compleja situación internacional creada por la pandemia de la Covid- 19 a nivel global, el sector militarista y armamentista continuó su expansión, al menos en 2020, de acuerdo a un reciente Informe del Instituto de Estudios para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés).
Durante 2020, las 100 mayores empresas bélicas realizaron ventas por un valor de 531 mil millones de dólares estadounidenses, un incremento del 1,3 por ciento respecto a 2019.
Así, 41 de grandes empresas de ventas y servicios militares son norteamericanas; su participación en ese negocio fue del 54 por ciento (285 mil millones) en 2020.
El informe de SIPRI muestra que Estados Unidos es la nación que invierte más dinero a nivel mundial en los asuntos militares o relacionados con la defensa.
Además, su inversión es superior a la sumatoria de los gastos militares de los 12 países siguientes que estimados basados en los datos de SIPRI ascendieron a 760 mil 514 millones de dólares.
En resumen, si se dedicaran los recursos destinados a cumplir con los objetivos de dominación de las corrientes militaristas a fines humanitarios, un mundo mejor sería posible, según advierten líderes mundiales, académicos y científicos preocupados por el cambio climático, las hambrunas, la escasez de agua y múltiples males que afectan a la humanidad.
Por Luís Beatón
Jefe de Redacción Norteamérica
Fuente: Prensa Latina