Damasco, SANA
Existe la perversa mentalidad entre ‘think tankers’, periodistas y políticos atlantistas de que el mismísimo diablo puede gobernar allá dónde y como quiera, siempre y cuando no moleste a Washington y Bruselas.
Y ese diablo es Abu al-Jolani, líder de Hayat Tahrir al-Sham (Organización para la Liberación del Levante) en Siria; el primer al-Qaeda en el país bajo el nombre de Jabhat al-Nusra ahora convertido en una especie de movimiento de liberación nacional, según el que fuera hasta 2020 representante de los intereses de EE.UU. en Siria, James Jeffrey.
Que desde 2011 se ha blanqueado a todo tipo de terroristas operando en Siria no es ningún secreto. El Ejército del Islam de Alloush, Ahrar al-Sham, Ansar al-Sharia, Harakat Nouredin al-Zenki, Jaish al-Mujahideen o Ajnad al-Sham son solo algunos de los infames nombres que han desangrado Siria en nombre de la yihad. Supuestos rebeldes moderados que teniendo el salafismo por bandera buscaban confesionalizar la vida imponiendo la sharía más estricta, exterminando a las minorías para reclamar el Levante como suyo. Lo que en 2011 costaba creer es que una década después aparecería en la televisión pública de EE.UU. el mismo hombre que llevó al-Qaeda a Siria, después de masacrar en Irak bajo las órdenes de Abu Musab al-Zarqawi y Abu Bakr al-Baghdadi. Que aparecería en la televisión pública de EE.UU. Abu al-Jolani, cuya cabeza vale, supuestamente, 10 millones de dólares, en una entrevista-documental que no pocos aprovecharían para blanquear al hombre que inició la yihad en Siria. Y la palabra blanquear se está quedando corta teniendo en cuenta lo que se puede leer estos días.
Pero en realidad esto no es más que una tendencia que ha vuelto en 2021, con auténticos masajes de intelectualillos de pacotilla que apoyan a extremistas desde la comodidad de su vida secular. Así pues, en marzo de este año ya estuvo el New York Times en Idlib, sirviendo de pluma a ‘Ali Keda’, primer ministro del Gobierno de Salvación idlibí, que en esencia es Hayat Tahrir al-Sham con otro nombre y otro logo. Tal es así que estos ‘tours para occidentales despistados’ los organizaba Abu Musab, director de medios de HTS. Y en este caso no se puede culpar al terrorista, porque son sus invitados los que se dejan seducir y de buen agrado por las palabras de Jolani. Ya hasta los ‘think tank’ de temática humanitaria con nombres pretenciosos, como el International Crisis Group, viajan a Idlib para masajear a Jolani y pedir –sin ningún tipo de escrúpulo– que tanto a él como a sus sicarios se los saque de la lista de organizaciones terroristas. Parece que las palabras de un hombre que ha liderado la yihad tienen más peso y valor que la sangre de los sirios que sigue corriendo. A esta fiesta del lavado de imagen se ha unido hasta el millonario caprichoso Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch.
Calmado, engominado, con camisa y americana, Jolani frente a Martin Smith en ‘The Jihadist’ (PBS TV) es el tipo de sicario que gusta a los atlantistas. Es un hombre que entre su población se presenta con uniforme militar y cubriéndose la cabeza, mientras que de cara al exterior mantiene los modales y pronuncia un discurso de conciliación. Pero solo un auténtico ignorante puede dejarse embaucar por las palabras de un hombre que reniega del sectarismo desde Kefraya; la misma localidad en la que sus hombres llevaron a cabo uno de los crímenes sectarios más horribles de la guerra, inmolándose contra civiles chiíes evacuados de la ciudad asediada. Concretamente, los terroristas se inmolaron tras reunir a su alrededor –ofreciendo patatas fritas– a los niños.
Jolani es el hijo más joven de la yihad. De Osama bin Laden y Baghdadi aprendió que no debe atacar directamente a los países poderosos. De Anwar al-Awlaki aprendió la importancia de la propaganda. De la guerra en Siria ha aprendido que solo tiene que caer simpático a los países poderosos para sobrevivir. Así, Abu al-Jolani ahora reniega abiertamente de la marca de al-Qaeda, y con ello, aun manteniendo las mismas ideas criminales que Ayman Zawahiri, solo con un cambio de envoltorio para el mismo producto, quienes tienen voz en Washington y Bruselas ya han puesto en marcha la maquinaria para revelarlo como la alternativa sensata a Bashar al-Assad. Porque Hayat Tahrir al-Sham puede cometer todos los crímenes que quiera, que con un buen departamento de comunicación el mundo hará la vista gorda. Porque hay quienes prefieren derrocar a un gobierno de carácter secularizante, cuyo único objetivo es liquidar a sus enemigos, para instaurar un gobierno de carácter salafista, cuyo único objetivo es exterminar a todas las minorías que no se adhieran a su estricta interpretación del islam suní.
Apelando a un cambio de imagen, apelando al ‘ha cambiado’ porque ‘ya no tiene como objetivo la yihad global’ sino ‘el Estado Islámico del terror únicamente entre los sirios’, ahora el nuevo activo contra el Estado sirio en Idlib quieren que sea un terrorista que prefiere sustituir la Constitución siria por un sistema que, entre otras condenas contempla, la lapidación por adulterio. Porque existe la perversa mentalidad de que solo deben preocupar los asesinos que rebanan la garganta de centroeuropeos o norteamericanos. Existe la perversa mentalidad de que si los masacrados son sirios… ‘bueno, algo habrán hecho’. Existe la perversa mentalidad de que un rebelde haciendo la yihad puede matar en atentados suicida y puede ejecutar por apostasía, que mientras solo lo hagan con otros árabes, es una consecuencia lógica de haberse mantenido leales a un Estado que no gusta a los liberales ‘chick’ y sus oligofrénicos tontos útiles que pululan por academias y parlamentos.
Hay quienes intentarán sanear la imagen de Jolani porque evitar que el Estado sirio recupere Idlib es una necesidad de las agendas que no quieren una Siria fuerte y unida, parte del eje de resistencia y aliada estratégica de Rusia, China e Irán. Ahora pretenden que Jolani sea un interlocutor legítimo porque ‘hay que entenderse con todas las partes’, aunque entenderse con todas las partes en el caso sirio sea asfixiar el país con sanciones, cuando no se relacionan ‘a la iraní’, asesinando como a Soleimani, además de continuando con las sanciones. Pero que a estas alturas el lector no se olvide del origen de Jolani, que se curtió combatiendo en al-Qaeda Irak, el grupo terrorista más sanguinario y cruel en sus métodos de las últimas décadas. Que no se olvide que HTS solo se diferencia de al-Qaeda en la imagen y la estrategia, y que solo se enfrentó al Estado Islámico por dinero.
Por Alberto Rodríguez García Fuente: RT