Damasco, SANA
No le queda a la Turquía “otomana” ningún amigo, y la teoría del “cero problemas” defendida hace diez años por el entonces ministro de Relaciones Exteriores del régimen turco, Ahmet Davutoglu, se convirtió en “cero amigos” debido a las renovadas ambiciones que comenzaron a aparecer en forma de tensiones con la mayoría de los vecinos y otros países de la región, bajo el régimen de Erdogan.
La prensa griega describió con precisión las ambiciones otomanas y advirtió que Occidente tiene ahora todos los motivos para preocuparse por la propagación de la “pandemia del neo-otomanismo”, especialmente con el sentimiento de arrogancia del régimen turco tras su intervención en la región de Nagorno Karabaj y la expansión de sus ambiciones en el Mediterráneo oriental, especialmente en las aguas territoriales de Grecia y Chipre, porque esta “pandemia” socava gravemente los intereses occidentales.
Algunos artículos instaron a Grecia y Chipre, junto con países occidentales, a enfrentar esa propagación excesiva del “virus del neo-otomanismo” y buscar una vacuna efectiva para él, teniendo en cuenta que el “neo-otomanismo” de Erdogan no se detiene en ningún momento o límite, ya que está en el camino de imponer la hegemonía regional sobre sus vecinos desde Siria hasta Irak, Armenia, Grecia, Egipto, Chipre y Libia.
La comparación entre el virus del “neo-otomanismo” y el “Coronavirus” muestra los riesgos reales que encierra el régimen turco y sus ambiciones sobre su entorno y evidencia la necesidad de que los países se unan y movilicen sus energías para enfrentar esas ambiciones que amenazan la paz y la seguridad internacionales, tal como hicieron frente al nuevo coronavirus.
No cabe duda de que las ambiciones del régimen turco de convertirse en un actor geopolítico en la región del Mediterráneo a base de alegaciones ilegales y consignas vacías para justificar su control sobre los recursos marinos de petróleo y gas en las aguas territoriales de otros países, y las recientes operaciones de exploración en las aguas regionales vecinas, inflaman las tensiones en esta sensible región y amenaza con grandes catástrofes humanitarias.
El neo-otomanismo que representa el régimen turco no solo constituye una amenaza para Siria al ocupar su territorio, desplazar a los sirios del norte del país y trabajar en la turquización de los planes de estudio educativos, los nombres de las calles y las instituciones, imponer la moneda turca y robar el trigo y la aceituna, sino que representa una amenaza para Europa, Rusia y su entorno regional porque este régimen no deja de amenazar con la guerra como lo hace con su vecino Grecia, miembro de la Unión Europea y de la OTAN.
Del “huevo de la serpiente” salió el monstruo del “neo-otomanismo” y levantó la cabeza amenazadoramente en medio de una ausencia internacional y abandono europeo, y si los países europeos y árabes, incluida Rusia, no se mueven para rodear a esa bestia antes de que fuera demasiado tarde, ninguna “vacuna” funcionaría contra él.
Por Abdul Rahim Ahmed
fm/ed